El Dr. Fuad Izadi, docente universitario y especialista en asuntos de Estados Unidos, aborda en esta entrevista las dimensiones y objetivos de dicha conspiración; el papel de EE.UU. en ella y, finalmente, el rol de la operación “Tormenta de Al-Aqsa”, en su desmantelamiento.

¿Cuáles han sido específicamente las metas e intereses de Estados Unidos en esta conspiración?, ¿Y qué acciones emprendió para implementarla?

En el nombre de Dios, El Clemente y El Misericordioso

La Administración de [el presidente estadounidense Joe] Biden tenía una preocupación que aún persiste y era que, aunque su mandato está a punto de terminar, y lleva más de tres años en el poder, no ha tenido hasta el momento ningún logro en la política exterior. Es decir, a diferencia de la Administración de [Barack] Obama, que, aunque tampoco tuvo mucho éxito en la política exterior, logró el acuerdo nuclear o el Plan Integral de Acción Conjunta (PIAC) con Irán, y a diferencia del Gobierno de [Donald] Trump, que firmó los Acuerdos de Abraham, donde algunos países árabes, como Emiratos Árabes Unidos y Bahréin normalizaron relaciones con el régimen sionista, la Administración de Biden no solo no ha tenido ningún logro en la región de Asia Occidental, sino también en todo el mundo.

Lanzaron un proyecto en Ucrania, pero fracasó, debido a la estrategia de Rusia, y sus planes no han avanzado mucho allí. En otras áreas, sus problemas no se han resuelto, sus disputas con China se han multiplicado. El caso de Taiwán no ha beneficiado mucho a Estados Unidos, y en el ámbito económico, Estados Unidos no ha podido avanzar con sus políticas anti-chinas en África, Sudamérica y otras partes del globo. China y Rusia también ha podido resistir las presiones, al igual que Irán. En la región de Asia Occidental, la Administración de Biden tampoco ha tenido ningún logro.

Por estas razones que mencioné, Biden estaba interesado, y sentía que, ahora que su mandato está a punto de terminar, debería tener al menos éxito en Asia Occidental; no en el marco de los Acuerdos de Abraham, que fueron un proyecto de Trump y no avanzaron mucho después de él, sino en el marco de un acuerdo entre Arabia Saudí e Israel, que la Administración de Biden aspiraba a conseguir.

El Gobierno de Biden estimaba que, de conseguir un acuerdo entre Arabia Saudí y el régimen sionista, otros países árabes de la región y los Estados musulmanes seguían el paso del liderazgo saudí y normalizarían sus lazos con Israel. Y de esta manera se cerraría para siempre el caso de Palestina después de setenta y tantos años del establecimiento de Israel y se materializaría la normalización de relaciones con todos los países árabes. Y luego, todos estos países, liderados por Israel, se han enfocado en ejercer presión contra Irán. Israel adquiere un papel de liderazgo en la región, y con el dinero de los países árabes y planes del régimen, la gestión de Asia Occidental se transforma a una gestión completamente estadounidense-israelí, con Estados Unidos como empleador e Israel como agente ejecutivo.

Y así, de alguna manera, Estados Unidos se libera de las inquietudes por Asia Occidental y puede enfocarse en el enfrentamiento con China y Rusia, y dirigir esos casos hacia donde desee. Entonces, este era el objetivo de la Administración estadounidense, y el régimen sionista estaba completamente de acuerdo con este plan. Arabia Saudí también estaba de acuerdo.

Por favor, explique las dimensiones de esta conspiración y el proyecto estadounidense-israelí

Como dije, Arabia Saudí estaba de acuerdo con este plan, aunque tenía algunas preocupaciones y peticiones. Quería que Estados Unidos preste atención a algunos puntos a cambio de la normalización de las relaciones con Israel.

En primer lugar, Arabia Saudí estaba interesada en obtener un acuerdo escrito de Estados Unidos que garantice su seguridad. Bueno, el mejor acuerdo en este caso es permitir que este país se una a la OTAN.   Según el artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte, si un Estado miembro de la OTAN es atacado, Estados Unidos y todos los países firmantes están obligados a defender y ayudarlo. Por esta razón, el Gobierno saudí sentía que necesitaba obtener una garantía escrita de Estados Unidos, debido a las experiencias pasadas. Había casos, como los ataques a la refinería de Aramco en Arabia Saudí, donde el Gobierno estadounidense no hizo nada y solo observó, y otros problemas, por lo que los saudíes querían algo así de los estadounidenses.

En segundo lugar, los saudíes están interesados en tener un programa nuclear y realizar el enriquecimiento de uranio dentro de su territorio. Así que también esta es una preocupación, y un punto importante para ellos.

La tercera preocupación de los saudíes era que querían tener una serie de armas avanzadas que los estadounidenses suelen producirla solo para ellos mismos y para el régimen sionista. Un armamento de nivel avanzado que usualmente mantienen, exclusivamente, para ellos mismos, o para el régimen sionista, y no lo proporcionan a otros países.

El cuarto punto estaba relacionado con el futuro de Mohamad bin Salman, cuyo padre está enfermo y anciano. Bin Salman no era la primera opción de EE.UU. inicialmente; la primera opción era Mohamad bin Nayef, el primo de Mohamad bin Salman. No obstante, por varias razones, Bin Nayef fue apartado, y el rey Salman sintió que la monarquía de Arabia Saudí debía pasar a sus propios hijos y no a los hijos de sus hermanos. Por eso, Mohamad bin Salam quería que los estadounidenses no crearan problemas para su ascensión al trono, no conspirasen contra él y lo reconocieran como el próximo rey después de la muerte de Salman. Estas fueron las cuatro preocupaciones de los saudíes.

La relación de los estadounidenses con Mohamad bin Nayef se remonta a los años 70 cuando era estudiante en la universidad de Portland, la ciudad de Portland en Estados Unidos, y trabajan con él desde entonces. Tanto la CIA como el MI6 cuando se fue al Reino Unido, tuvieron contactos con él. Cuando regresó a Arabia Saudí fue designado como viceministro de Defensa. Su padre era el ministro de Defensa, y él se convirtió en el viceministro. Había cooperado con los estadounidenses durante muchos años en diversos campos, y fue la primera opción de los estadounidenses para ser el próximo rey de Arabia Saudí, pero esto no sucedió, y a Mohamad bin Salman le preocupaba que los estadounidenses quisieran volver con el mismo Mohamad bin Nayef.

Mohamad bin Salman tenía ese miedo, debido a los problemas que se enfrenta, el caso del asesinato de Khashoggi, entre otros asuntos, y las objeciones planteadas a su contra en el Congreso de Estados Unidos y en otros lugares.

La respuesta de los estadounidenses a esto fue que Arabia Saudí está ubicada en Asia Occidental y, como dicen, en Oriente Medio, pues en la práctica, la membresía de Arabia Saudí en la OTAN no es posible. Sin embargo, los estadounidenses han creado un grupo de países conocidos como Aliado importante no-OTAN (en inglés, Major non-NATO ally) que se trata de los países que en los hechos no pueden convertirse en miembro de la OTAN, pero aprovechan un buen acuerdo de seguridad con Estados Unidos, aunque no son integrantes de la Alianza Atlántica. Los estadounidenses indicaron [a los saudíes] que no pueden ser integrante de la OTAN, pero sí pueden disfrutar la alternativa.

En cuanto a la segunda cuestión, que es el enriquecimiento dentro de Arabia Saudí, esto también fue un problema, porque según lo aprobado en la ley de presupuesto de 2023, Estados Unidos no debería cooperar con ningún país que quisiera realizar enriquecimiento dentro de su territorio.

Es decir, según los llamados ‘Acuerdos 123’, EE.UU. debe firmar este convenio con los países que quieren tener interacciones nucleares con el país norteamericano, en el cual están prohibidas las tareas del enriquecimiento.

En el tercer caso, las negociaciones sobre armas que los saudíes querían, no estaban disponibles. El cuarto caso tampoco fue fácil de alcanzar. Lo que los estadounidenses indicaron a Arabia Saudí es que, las cuatro cosas que quieren de Estados Unidos necesitan la aprobación del Congreso, y la única manera de obtener la aprobación del Congreso es que Riad normalice sus relaciones con Israel. Si un país quiere convertirse en Aliado importante no-OTAN, necesita la aprobación del Congreso. El segundo caso, si un país quiere ser una excepción y actuar en sentido contrario al ‘Acuerdo 123’, según el cual, si un país busca una relación nuclear con Estados Unidos, debe comprometerse a no realizar enriquecimiento en su propio suelo, necesita la aprobación del Congreso. En cuanto a la solicitud de Arabia Saudí sobre la compra de las armas avanzadas, si el Gobierno estadounidense opta por venderlas, necesita la luz verde del Congreso. El cuarto caso es un poco más difícil.

En cuanto a la aprobación del Congreso, hay que decir que no se sabe cuándo Salman bin Abdulaziz Al Saud fallecerá, y si la Administración de Biden estará en cargo en ese momento, pero, en cualquier caso, EE.UU. ha aclarado que las tres primeras peticiones de Arabia Saudí necesitan, definitivamente, la aprobación del Congreso. Esto, mientras Riad enfrenta objeciones en el Congreso estadounidense, dentro del Partido Republicano y el Partido Demócrata. En concreto, creen que Mohamad bin Salman no es una opción buena para el reinado, debido a sus muchos problemas y debilidades. Por esta razón, dudan sobre Mohamad bin Salman y las solicitudes que tiene Arabia Saudí.

Sin embargo, están dispuestos a avanzar en este último. La Administración de Biden afirmó que llevaría a cabo las coordinaciones necesarias con los senadores, pero lo que ellos querrían, y el precio que Arabia Saudí debe pagar por las aprobaciones que busca, son la normalización de las relaciones con Israel. Y esto se considera justificable, porque todo el mundo sabe que la influencia y el lobby de Israel son muy fuertes en el Congreso de Estados Unidos.

A los israelíes le gustaba mucho la normalización de las relaciones con Arabia Saudí, y si esto se hubiera materializado, los israelíes habrían usado su propio lobby para mover a los senadores en la dirección que quería Arabia Saudí, y esto fue lo que afirmó el Gobierno de Biden a Arabia Saudí.

Antes de la Tormenta de Al-Aqsa, Arabia Saudí y el Gobierno estadounidense casi habían alcanzado buenos resultados sobre estas cuatro solicitudes y las coordinaciones con el Congreso. Quizás dichas cuatro solicitudes constituían las principales preocupaciones de Arabia Saudí, pero los saudíes también tenían la preocupación de que, si quieren normalizar las relaciones con Israel, deberían decir algo sobre Palestina, la causa palestina y el apoyo a Palestina. Es decir, además de los mencionados cuatro asuntos, la otra cosa que existía era anunciar el acuerdo entre Arabia Saudí e Israel, de una manera que Arabia Saudí no se presentara completamente indiferente respecto a la causa de Palestina.

No obstante, las frases que utilizaron eran extremadamente débiles, y llenas de incertidumbres y condiciones. Es decir, no fue así que, por ejemplo, Arabia Saudí solicitara la formación de un Estado palestino, la solución de dos Estados, la definición de las fronteras del Estado palestino y el reconocimiento de los derechos del pueblo palestino. No estaban en este nivel, porque sabían que Israel no aceptaría las frases más fuertes. Por esta razón, sus oraciones se limitaban a decir, por ejemplo, que Israel debería intentar dar pasos hacia la formación de un Estado palestino.

Los israelíes querían obtener algo de dinero de Arabia Saudí. De hecho, a Arabia Saudí le interesaba pagar [este dinero] so pretexto de ayudar a mejorar la economía palestina y a cumplir con las promesas que se hicieron anteriormente de que, si se concretaban los Acuerdos de Abraham, los Emiratos Árabes Unidos realizarán tal inversión, y otros países que han reconocido a Israel invertirán [en Palestina], pero en la práctica, no ocurrió mucho en esto campo. Sin embargo, para mantener las apariencias, Arabia Saudí, de palabra, también se mostraba preocupada por Palestina, pero, esto de manera muy limitada y de la forma que mencioné. En todo caso, tenían el camino completamente allanado. 

Este punto fue mencionado, igualmente, en las declaraciones del Líder, ofrecidas el 3 de junio, de que estas negociaciones casi habían llegado a su fin; hubo numerosos viajes entre Washington, Riad y Al-Quds (Jerusalén); hubo informes de viajes secretos de funcionarios israelíes a Arabia Saudí, algunos de los cuales se hicieron públicos, por ejemplo, un ministro israelí participó en una conferencia en Arabia Saudí, e incluso se dijo que Netanyahu viajó a Riad una o dos veces, y hubo conversaciones de ese tipo, casi se habían terminado las negociaciones, hasta que se inició la operación “Tormenta de Al-Aqsa”.

¿Cuál ha sido el papel de “Tormenta de Al-Aqsa” en neutralizar y echar por tierra a este gran proyecto arrogante?

Bueno, cuando comenzó la Tormenta de Al-Aqsa, fue un shock muy grande para el régimen sionista. No esperaban que los golpearan así, que los golpearan con este estilo. Y durante un tiempo que estuvieron bajo esta conmoción, y desde los primeros días comenzaron este proceso de genocidio y masacre del pueblo palestino, y, de hecho, en esta situación en la que el régimen sionista estaba involucrado en el genocidio, bombardeos y etc., se detuvo el proyecto de la normalización las relaciones entre Israel y Arabia Saudí. Y hasta ahora se ha detenido.

En estos últimos meses, Jake Sullivan, el asesor de Seguridad Nacional de Biden, así como algunas otras autoridades estadounidenses, tal como Blinken, realizaron varios viajes a Arabia Saudí. Esta discusión no ha sido descartada y está en curso. Es más, una de las herramientas que tienen para animar a Israel a aceptar el alto el fuego es que, si Israel acepta el alto el fuego, entonces será posible normalizar los lazos con Arabia Saudí, y entonces, se puede reanudar el proyecto que ha estado detenido durante siete u ocho meses. Desde este punto de vista, ésta es una de las cuestiones que deberían llevar al régimen sionista a detener sus crímenes. No obstante, el problema que tiene el régimen sionista es que, si la guerra termina, Netanyahu sentirá que finalizará su mandato de primer ministro. Tiene una preocupación personal y, por último, que los sionistas no lograron derrotar a Hamás. Es decir, como estipularon las declaraciones del Líder, no alcanzaron ninguno de sus objetivos declarados. Es decir, ahora que han pasado ocho meses desde la operación “Tormenta de Al-Aqsa”, las capacidades de Hamás están más o menos como antes. Hamás está presente en tales zonas de Gaza, donde se suponía debían ser limpiadas y no habría un combatiente de Hamás. Está presente tanto, sobre el suelo, como en el subsuelo, según los informes de medios occidentales.

Y es por esta razón que, detener la guerra en este momento, significa la derrota de Israel. Y no sólo el fracaso de Netanyahu, sino el de Israel. Y esto dificulta que el gobierno de Netanyahu, o de cualquier otro gobierno que asuma el poder, regrese al estado en el que se encontraba antes de la Tormenta de Al-Aqsa. Una de las razones por las que se planteó esta discusión, sobre la normalización de las relaciones, fue que las regiones de Asia Occidental deberían ser administradas por un país grande y poderoso como Israel, que es muy poderoso en términos militares, muy poderoso en términos de inteligencia y muy potente en términos económicos.

La idea fue normalizar, primero, los nexos con Arabia Saudí, y luego, establecer el dominio y la presencia de Israel en toda la región de Asia occidental. Excepto Irán, que es un país independiente. Y entonces Irán estaría bajo presión. Y si es posible, la República Islámica también sería derrocada. Esta fue la idea. Sin embargo, el golpe que ha recibido Israel, debido a la gravedad del impacto, ha puesto en duda todos estos indicadores que les mencioné. Se ha cuestionado al Ejército israelí, se ha cuestionado el sistema de inteligencia israelí, se ha cuestionado la capacidad económica y, básicamente, Israel ha perdido su posición. El mismo punto dado en las declaraciones del Líder. Israel se está derritiendo ante los ojos de los pueblos y gobiernos de la región, y del mundo. Por esta razón, tal idea fue golpeada. Hasta es dudoso que Israel pueda volver a pararse sobre sus propios pies. Debido al tipo de presión que el Gobierno estadounidense puede ejercer sobre Arabia Saudí, no se descarta la cuestión de la normalización. Por supuesto, se ha vuelto difícil, muy difícil. Pero no se descarta. No obstante, llegar al objetivo final de gestionar la región por parte de Israel, ya no se podrá lograr. ¿Por qué? Porque el país que tiene que gestionar la región no puede gestionarse a sí mismo. Y él mismo está perdiendo y derritiéndose. Por eso, la operación “Tormenta de Al-Aqsa” es una operación muy importante, debido a que ha cambiado el futuro de la región y el futuro del mundo. Estos análisis que estaban en las declaraciones del Líder, son los análisis que se están volviendo consensuados entre los expertos de esta región. La importancia de la Tormenta de Al-Aqsa es aceptada entre los expertos en este campo, ya sea que pertenezcan a esta región, sean occidentales u orientales. Este es un punto importante. Y luego, además de la operación “Tormenta de Al-Aqsa”, la operación “Promesa Verdadera” y los ataques contra Israel por parte de la República Islámica, utilizando directamente misiles balísticos y otros misiles, fue otro golpe además de la operación “Tormenta de Al-Aqsa”, que tuvo los mismos efectos.

Es decir, se cuestionó el estatus de Israel. Se cuestionó la capacidad de Israel. Se ha mostrado el nivel de capacidad de Irán. Se determinó la decisión de las autoridades iraníes de utilizar esta capacidad. Y volver a las condiciones anteriores ya no es posible, dado que este Israel no es el antiguo Israel ni lo será. Y todos se dieron cuenta de esto. Ahora, la pregunta ya no es, cómo Israel va a gestionar la región de Asia occidental. La pregunta es: ¿tendremos algo llamado Israel en los próximos años, o no? Por eso, la importancia de la Tormenta de Al-Aqsa es muy alta, como destacó el Líder.

Si no se llevara a cabo la operación “Tormenta de Al-Aqsa”, y se hiciera realidad la conspiración estadounidense-israelí, ¿con qué peligros se verían amenazados la situación actual y futura de Palestina, Asia occidental y los países islámicos?

Si no se hubiera llevado a cabo la operación de la Tormenta, y se hubiera realizado la conspiración estadounidense-israelí, se habría logrado la normalización de las relaciones entre Israel y Arabia Saudí. Después de la normalización de los lazos entre Israel y Arabia Saudí, algunos otros países que esperaban a Arabia Saudí, o estaban bajo influencia de Arabia Saudí, hubieran seguido el mismo camino. El dominio de Israel se hubiera estado expandiendo en la región. La dominación estadounidense se hubiera estado expandiendo. El caso palestino se hubiera cerrado, y finalmente, los estadounidenses hubieran podido lograr sus objetivos en esta región. El único problema que hubieran encontrado fue la existencia del Irán islámico, y luego hubieran utilizado toda su capacidad para atacar al Irán islámico. Esto sería la ausencia de la Tormenta de Al-Aqsa y la no realización de la Tormenta de Al-Aqsa. Por esta razón, la operación fue histórica y, realmente cambió el futuro de la región y el futuro del mundo. Y demostró que la política de resistencia de la República Islámica, la política de apoyo a los amigos de la República Islámica en Palestina, eran las políticas correctas. Durante estos 45 años, tuvimos algunas personas que ocupaban posiciones relativamente altas en el país, que a veces tenían dudas sobre estas políticas, y si no había apoyo de Irán, si no había una política de defensa de la Resistencia, la Resistencia no podía realizar esta operación a este nivel. Y si no se hiciera, ocurrirían los mismos puntos que mencioné, y esto haría que el problema fuera mucho mayor para Irán.

De hecho, apoyar la causa palestina es bueno tanto para los palestinos como para los iraníes. Este es el verdadero ganar-ganar. El lado palestino gana, porque se apoya a la causa palestina, y Palestina puede resistir. La parte iraní también gana, porque el problema entre Irán y Estados Unidos no puede resolverse. El problema entre Irán y el régimen sionista no puede resolverse. Estos dos grupos, dos regímenes, pretenden derrocar a la República Islámica en esta región, y la República Islámica, con ayuda de sus amigos en el Eje de la Resistencia, está haciendo retroceder a las partes israelí y estadounidense, y este es un trabajo conjunto, que redunda en beneficio de los habitantes de esta región y tiene importancia. Por eso, en mi opinión, la Tormenta de Al-Aqsa demostró lo correcto de la política de apoyo a la Resistencia.

Es decir, si Irán no apoyaba a la Resistencia, entonces iba a experimentar las peores presiones. Y esto no ocurrió, debido a la operación “Tormenta de Al-Aqsa”. Apoyar la causa palestina, o apoyar la Resistencia, definitivamente posee costos para el país, pero los costos de no apoyar son muchos mayores. Y lo correcto es apoyar a la Resistencia, apoyar al pueblo oprimido de Palestina. Es decir, tanto desde el punto de vista islámico, como intelectual, así como desde el punto de vista de cálculos geopolíticos puros, apoyar la Resistencia redunda en beneficio de Irán. Y por esta razón, la buena noticia es que las personas que discutían sobre esta política, durante estos últimos años, definitivamente deben darse cuenta de que tales declaraciones están equivocadas, y que la política del país de apoyar la causa y a la Resistencia palestinas es la correcta.