CON OCASIÓN DE LA SEMANA DE LA SAGRADA DEFENSA (1)

En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso.

Wa-l-hamdu li-l-Lah rabbi-l-alamín wa-s-salat wa-s-salam ala sayyídina wa nabíyina Abi-l-Qásimi-l-Mústafa Muhámmad wa ala álihi-t-tayibini-l-athahirini-l-muntayabín sáyyama Baqíati-l-Lah fi-l-Arazeyn (2).

Sean ustedes muy bienvenidos, queridos hermanos, queridas hermanas. Han realizado muy buenas exposiciones los hermanos y hermanas, algunas de las cuales atañen a este mismo colectivo relacionado con las memorias de la guerra y las cuestiones de la Sagrada Defensa; algo de lo que sus señorías deberían ocuparse. Otras atañen a los organismos gubernamentales, y los hermanos de nuestra oficina deben encargarse de que esas cosas que se han dicho sean objeto de análisis y de que, Dios mediante, aquello que sea útil y factible se cumpla.

El hecho de que en la Semana de la Sagrada Defensa se preste especial atención a los veteranos se debe al valor de la acción pionera y de vanguardia en los grandes acontecimientos: Sábiqu ila magfíratin min rábbikum (3). Competir y avanzar por caminos aún por recorrer es algo valioso. Por supuesto, la Semana de la Sagrada Defensa pertenece a todos los combatientes, los muyahidines, los mártires, sus familias y demás, pero los pioneros y aquellos que entraron en acción antes, con mayor rapidez y diligencia hicieron algo doblemente valioso. Los pioneros merecen todos —ya fueran comandantes, combatientes ordinarios, médicos, socorristas, muyahidines o auxiliares— un elogio y un respeto particulares. Durante el primer período de la Sagrada Defensa vimos todo tipo de pioneros y fuimos testigos del papel que desempeñaron.

En relación con el asunto de la Sagrada Defensa, son dos las cuestiones que conviene hoy presentar a la audiencia, aunque hay también un tercer asunto que hoy no tengo ocasión de abordar. Una de esas dos cuestiones fundamentales es el porqué de la Guerra de los Ocho Años. Los jóvenes nuestros que no han comprendido el período de la guerra ni el de la Revolución deben saber por qué entró la República Islámica en una batalla que duró ocho años. Ocho años no son poco tiempo para que todos los elementos fundamentales y los medios del país se pongan al servicio de la defensa nacional. ¿Cuál fue la razón de la entrada en la guerra? Esto tenemos que saberlo y yo hoy diré unas palabras sobre ello.

Lo que en segundo lugar ha de llegar a la atención del público contemporáneo son informes, por decirlo de algún modo, sobre la guerra. Informar sobre la guerra.  Yo les diré hoy algunas palabras a modo de informe. Por otra parte, en este momento, ahora que estamos hablando, los destinatarios de estas palabras son ustedes, los asistentes a esta reunión, y la gran multitud que las está escuchando a distancia, pero no son solamente ustedes. Sobre estos asuntos deberían pensar, trabajar y estudiar los jóvenes, la juventud del futuro, los hijos de ustedes, todos. Son por tanto dos los asuntos sobre los cuales me voy a permitir decirles unas palabras. Hay también un tercer asunto importante sobre el cual no tendré oportunidad de hablar hoy, que son los resultados y ganancias que se obtuvieron de esa Sagrada Defensa. Afortunadamente, entre las distinguidas personas que han hablado aquí, algunas han hecho alusión a este asunto.

Ahora, la cuestión del porqué: ¿Por qué comenzó esa guerra? Déjenme decirles que la motivación de ataque a las fronteras del Irán revolucionario no era algo exclusivo de Saddam y del partido Baaz. Es más, acaso pueda decirse que la motivación de quienes encabezaban el orden mundial de entonces para atacar las fronteras de Irán era muy superior a la de Saddam o estaba, al menos, al nivel de la de él. En aquel entonces había dos grandes potencias en el mundo, que tenían cada una su séquito. Esas dos potencias eran Estados Unidos y la Unión Soviética, seguidas cada una por una serie de gobiernos, de regímenes políticos. Casi todos ellos tenían motivación para aquello. La República Islámica, el Irán islámico, era una entidad insoportable para ellos. ¿Por qué? Esa es la cuestión. ¿Por qué les resultaba insoportable el Irán islámico? Nosotros en aquel entonces no actuamos contra nadie. Hoy nos dicen que si hemos dado misiles a tal sitio y si hemos dado drones, pero en aquel entonces no era cuestión de nada de eso. ¿Cuál era entonces la causa de la enemistad? Esa es la cuestión principal. La razón era que, en este crucial punto del mundo, se había producido una revolución popular única y se había propuesto un nuevo pensamiento para administrar el mundo. El orden que regía entonces el mundo no podía soportar ese pensamiento nuevo. Ese era el problema. El mundo de aquel entonces era un mundo de dominación. Lo sigue siendo hoy día, por supuesto, pero en aquellos tiempos no había frente a aquel falso orden destructor de las virtudes ningún discurso, ningún grito, ningún posicionamiento franco. El orden mundial era un sistema de dominación.

¿Qué significa sistema de dominación? Que el mundo se divide en dos: unos países dominan y otros son dominados. No hay tercer grupo. La República Islámica, la Revolución Islámica, el sistema islámico fue un claro grito contra aquel orden: «¿¡Esto qué es!? ¿Por qué tiene que haber dominadores? ¿Por qué habría de tener derecho tal país a imponer su opinión, su cultura, sus deseos a una serie de países, tan solo porque posee, por ejemplo, tales avances militares? ¿Por qué?». La República Islámica era una idea nueva ante aquel orden inválido, y los prepotentes del mundo, los dominadores del mundo no podían tolerarlo. Sabían que era propio de aquella idea, de aquel pensamiento, expandirse por el mundo —habían entendido bien—, y se expandió. Aquella idea se expandió por el mundo y atrajo a los pueblos. Luego diré unas palabras sobre el atractivo de aquel movimiento.

Todos aquellos esperaban una oportunidad —tanto los Estados Unidos como la Unión Soviética, más los países de la OTAN, que seguían a Estados Unidos, y los países del Pacto de Varsovia, que seguían a la Unión Soviética—, y quien les brindó esa oportunidad fue Saddam: alguien ambicioso, ávido de poder, codicioso, arrogante, insolente, cruel, desconsiderado, situado al lado de Irán, junto a las fronteras de Irán. Lo provocaron y él atacó nuestro país. Hoy, algunos culpan a la República Islámica, desde el interior de nuestro propio país, de que «la República Islámica está a malas con el mundo, está enojada con el mundo». Eso es contrario a la verdad. No hay tal cosa. Si lo que se quiere decir es que no mantenemos colaboración política, colaboración económica, interacción ni trato con el mundo, bueno, pues es evidente que eso es contrario a la realidad. Hoy, nosotros mantenemos colaboración, trato, interacción, comercio con grupos y con países en los que vive más de la mitad de la población mundial. Esas vocinglerías que se arman, que uno ve como se dice que «estamos enojados con todos, estamos a malas con todos», pues no. No estamos enojados con todos ni estamos a malas con todos. Si es eso lo que se quiere decir, no es correcto. Si lo que se quiere decir es que nos oponemos al orden político del sistema de dominación, sí. Eso sí es correcto.

También hoy, como en aquellos inicios de la Revolución, nosotros nos oponemos al sistema de dominación, al dominio de Estados Unidos. Hoy no existe ya la Unión Soviética, pero Estados Unidos cabalga en solitario, capitaneando a los países occidentales. Ya vemos los resultados de lo que hacen: las guerras que se producen, las injusticias que se cometen, las discriminaciones que tienen lugar, los pueblos que son oprimidos. Nosotros nos oponemos a eso y esa oposición nuestra la manifestamos con franqueza. Tal es la situación que existía entonces y que existe aún hoy. Pero en aquel entonces se dio la motivación para atacar las fronteras de Irán, mientras que hoy, gracias a la firmeza del pueblo de Irán, gracias a la poderosa presencia del pueblo de Irán, no tienen ya aquella osadía de atacar las fronteras y se dedican a emplear artimañas y a hostigar.

Cierto es que, si bien he dicho que nadie se alzaba frente a aquel orden, antes de la República Islámica hubo unos años en que existió el Movimiento de Países No Alineados y también nosotros, al principio de la Revolución, entramos en ese Movimiento, que sigue existiendo hasta el día de hoy. Sin embargo, en aquellos mismos países miembros del Movimiento de Países No Alineados —unos ciento y pico países—, ¡muchos de los dirigentes estaban bajo influencia de aquellas mismas superpotencias! Algunos bajo influencia de Estados Unidos, otros bajo influencia soviética. Algunos estaban bajo influencia, mientras que otros a quien obedecían era a su propio miedo. Temían la brutalidad de aquellas grandes potencias. En una cumbre de los No Alineados, me dijo un presidente de cierta región del mundo, después de un discurso que yo había pronunciado: «Todos le tienen miedo a Estados Unidos, menos usted». Luego acercó la cabeza y dijo: «¡Yo también le tengo miedo a Estados Unidos!». Tenían miedo. De manera que fue la voz de la Revolución Islámica y de la República Islámica la que se alzó con claridad frente al errado orden mundial. El centro estaba en el Irán islámico, y ellos se oponían. Se oponían entonces y se siguen oponiendo hoy. La cuestión es esa. Eso lo tenemos que comprender profundamente. Hay quienes no lo entienden. La cuestión no es la energía nuclear, ni los derechos humanos, ni los derechos de la mujer ni esas cosas. Eso son pretextos. La cuestión es aportar un nuevo mensaje frente al falso, corrupto y discriminatorio orden mundial que rige hoy el orbe. Esa es la cuestión. Es con eso que entran en conflicto; es eso a lo que se oponen, y esa oposición no desaparecerá hasta que la República Islámica y el pueblo de Irán acepten sus imposiciones, ¡que no las aceptarán!

He mencionado el atractivo de la República Islámica. Eso influyó mucho… ¡los aterrorizaba! La República Islámica poseía y posee dos tipos de atractivos, que deben conservarse ambos, [ya que] atraen hacia sí a los pueblos: un atractivo político y un atractivo espiritual. El atractivo político residía en esa resistencia frente al errado orden mundial. Eso tiene atractivo político. El corazón de los pueblos se inclina —al contrario que las potencias, al contrario que los gobiernos— hacia ese atractivo político. Sentir que existe en el mundo un sistema que se opone a este errado orden mundial, a estas coacciones e injerencias de las potencias, atrae sus corazones. Ya ven ustedes como nuestros presidentes, cualquiera que fuera el país islámico que al que viajaban, los pueblos les daban la bienvenida, les prestaban atención, les manifestaban su devoción. Era por eso. Hay mucho que decir al respecto. Esto, en cuanto al atractivo político.

Y el atractivo espiritual es esa atención a la fe en Dios, a la fe religiosa en el sistema islámico. Eso es atractivo; es muy atractivo. En este mundo materialista, los jóvenes de esos países que llaman avanzados y civilizados se sienten vacíos. Esto lo están expresando hoy también sus propios científicos y pensadores. Se sienten vacíos, se sienten inútiles, los suicidios aumentan día a día. La fe religiosa les da un sentimiento de amparo, les reconforta el corazón. Esa es la propiedad del sentimiento religioso. Y eso, en la República Islámica, es un atractivo.

Son esos, por tanto, la causa de que se produjera un ataque militar, una agresión militar a nuestro país, a nuestras fronteras, que desembocó en los ocho años de la Sagrada Defensa. Estaban en contra. Los atractivos de la República Islámica los atemorizaban; el mensaje nuevo de la República Islámica los indignaba. Por eso lanzaron aquel ataque. Ocho años tuvieron al país ocupado. Este es el primer asunto de que hablaba. Por supuesto, sobre esto hay qué decir, hay mucho que decir. Corresponde que quienes son dados a la actividad intelectual y quienes escriben hablen de esto, escriban sobre ello, trabajen, lo expliquen.

Sobre la segunda cuestión, la de informar sobre lo sucedido en la guerra: hay dos informes; pueden realizarse dos tipos de informes sobre la guerra. Está el informe que un servidor califica como descripción, el «informe descriptivo». Ese es un tipo de informe, el informe formal de guerra: cómo comenzó la guerra, cómo continuó, en qué acabó, cuál era la situación de cada bando… Un tipo de informe es ese, el descriptivo. Y hay otro tipo de informe, que a mi juicio es más importante: el informe explicativo, que ilustra y expresa el sentido profundo de la guerra, el sentido profundo del frente, el ánimo del frente. Los jóvenes de hoy necesitan estar informados en ambos ámbitos y hay que trabajar en ello. Yo no haré más que unas alusiones, señalando solo los epígrafes. Se tienen que hacer esfuerzos y trabajar en ellos. Cierto es que, gracias a Dios, se han hecho ya buenas cosas. Eso tiene que continuar.

Ahora, la cuestión del informe descriptivo de la guerra es la siguiente: había un ejército invasor que arremetió contra nuestras fronteras. Un bando era el agresor, con equipamiento completo y con un plan preestablecido. En fin, el que quiere atacar nuestras fronteras, antes de hacerlo, se para a hacer planes, a diferencia de nosotros, que somos atacados y nos toma por sorpresa, sin que tengamos ningún plan y, además, al comienzo de la Revolución. Ellos entran en la contienda con un plan; con equipamiento completo, orden organizativo, plan preestablecido… Sus apoyos están ahí de modo constante, poseen una organización de ingeniería potente, disponen de comunicaciones sólidas y de armas modernas. En aquel entonces, era ese mismo ejército de Saddam quien tenía a su disposición los mejores tanques y los mejores aviones. Cantidades inconmensurables de dinero… ¡inconmensurables! Tenían a su disposición miles de millones. Se los daban quienes ustedes ya saben y conocen. Estados Unidos, la Unión Soviética y Europa estaban con ellos en todo, les brindaban apoyo, les daban cuanto necesitaban. Reponían las armas que sufrían desgaste. El gobierno de Francia puso a disposición de Saddam sus mejores aviones, sus cazas; el gobierno de Alemania le proporcionó los productos químicos que necesitaba; el gobierno de Estados Unidos le daba constantemente información sobre el campo de batalla, y los gobiernos de los Estados vecinos le suministraban dinero y medios. Esa orilla del golfo Pérsico era una ruta por la que circulaban sin cesar hacia Irak los caminones y los tráileres con armas, medios y equipamiento. Un bando era así; esa era la situación del atacante. Leí en un informe que el número de aviones de combate de Saddam después de la guerra ¡era superior al de antes de la guerra! Por más aviones suyos que se habían derribando, el número de naves era mayor después de la guerra. Es decir que lo habían estado ayudando sin cesar y haciéndole entregas una detrás de otra. Eso, en cuanto al bando agresor.

El bando agredido, es decir nosotros, justo al contrario: el equipamiento, deficiente; las manos, vacías; el equipamiento, sin repuestos. Al comienzo de la guerra, vinieron y en un saqueo se llevaron algunos de los tanques de la División 92, que estaban situados frente al enemigo, se apoderaron de ellos y no hubo nada con lo que remplazarlos. Cuando un servidor fue a Ahvaz, una brigada de la División 92 tenía unos quince o dieciséis tanques, [cuando por razones de organización] ¡hubiera debido tener más de cincuenta! Era así, no se remplazaba nada. Todo lo que perdiéramos, ya no lo teníamos, ¡adiós! Nuestras organizaciones de combate estaban dañadas. La organización del Ejército se había deshecho bajo el peso de la guerra. Muchos en el alto mando del Ejército no tenían control sobre los activos del Ejército. El mártir Falahí o el difunto Zahirneyad —eran esos los jefes del Ejército— no estaban al tanto de muchas cosas que pasaban en la tropa. La razón era que, antes de la Revolución, su área de mando era muy restringida, mientras que después estuvieron a la cabeza del Ejército. El CGRI [Cuerpo de Guardianes de la República Islámica] no había conseguido aún una buena organización; al principio de la guerra, no tenía una estructuración de unidades. Se formaban batallones de doscientas o trescientas personas en un formato restringido, con medios limitados. A veces ni siquiera tenían armas individuales. En ocasiones, vimos como algunos no tenían ¡ni armas individuales en número suficiente! Este bando, el agredido, estaba así.

Bien, ¿cuál hubiera debido ser el resultado? Pues, según los criterios corrientes y las normas habituales de lo material, el resultado hubiera debido ser, tal como se había previsto, que la parte contraria cruzase Juzestán en una semana o, como mucho, en varias semanas, penetrase en el corazón del país y viniese hacia Teherán. Pero no fue así. A partir de aproximadamente un año después del inicio de la guerra, aquella misma fuerza desmadejada puso de manifiesto sus conquistas y hazañas y asestó, uno tras otro, mortíferos golpes a aquel ejército rico y bien equipado que gozaba de todos los respaldos. Y al final, después de ocho años, hizo que aquel ejército saliera humillado de nuestras fronteras. Esa es la descripción de la guerra durante aquellos ocho años; ese es el resumen. Luego, cuál fuera el factor principal de ese avance y esa victoria, son ya discusiones que tienen ustedes a su disposición y que conocen: la fe, el esfuerzo de combate y demás.

Pero el otro tipo de informe, que es el informe explicativo, es a mi juicio más importante. En el informe explicativo, decimos que esa guerra no fue solo una guerra para la defensa del suelo patrio. Por supuesto, la defensa de la patria es algo valioso —de eso no cabe duda—, pero lo que estaba en cuestión en aquella guerra era algo superior. Era la defensa del Islam, era actuar conforme a lo que manda el Corán. Aquella guerra siguió una trayectoria que, en la terminología religiosa, en el lenguaje religioso, se conoce como Yihad por la causa de Dios. La Sagrada Defensa fue un Yihad por la causa de Dios. La Sagrada Defensa mantuvo viva la Revolución, mantuvo vivo el Islam, honró a Irán, difundió en el país un ánimo de espiritualidad, revivió en los jóvenes la verdadera esencia de la humanidad y la fe.  Los jóvenes que partieron al campo de batalla pasaron de ser personas corrientes a ser custodios de lo divino. Hombres que entraban en el campo de la batalla con una perspectiva simple y ordinaria sobre las cuestiones religiosas salían de él hechos místicos conocedores de lo divino y lo espiritual. El eminente imam [Jomeiní] era un gran místico, un ser humano sublime, y dijo dirigiéndose a grandes personalidades y de manera general: «Han realizado ustedes actos de adoración durante setenta años, ¡que Dios se los acepte! ahora, vayan a leer alguno de los testamentos de los mártires». Es decir, que ese joven que acude al frente, que combate durante un tiempo en él, arriesgando su vida, actuando por Dios, recorre en un breve período de tiempo el camino recorrido en setenta años por un mulá erudito y conocedor de la mística. Eso es en sustancia lo que dice el imam.

Ese es el sentido profundo del período de nuestra guerra. El objetivo era el Islam; por eso todo el frente era lugar de culto. En aquella idea general de «transformar el campo de batalla en lugar de culto» participaron personas de toda clase. Una medianoche habíamos ido a visitar una zona y vi a un oficial del Ejército parado junto a un tanque, haciendo el rezo de la noche. Había desde rezos nocturnos de un oficial del Ejército junto a su batallón y su tanque, hasta animadas y fervorosas reuniones de los muchachos del CGRI y del Basich para suplicar intercesión en su campamento, allá donde estuvieran, pasando por oficiales del Ejército que imploraban unirse a los grupos de Yihad nocturno del mártir Chamrán. En los primeros días [de la guerra], acabábamos de ir a Ahvaz y, una noche, vino a mí un oficial —un teniente coronel o comandante, no me acuerdo— y me dijo que tenía algo que pedirme. Primero pensé que querría decir que tenía algún problema en su ciudad y que no le daban permiso. Eso es lo primero que pensé, pero entonces me dijo que lo que solicitaba era que se le permitiera, en las noches en que el mártir Chamrán iba con un grupo a cazar tanques, como decían ellos mismos, unirse a ellos. En otras palabras, que un hombre de unos cuarenta y tantos o cincuenta años suplicaba que le dieran permiso para ir por la noche junto a aquellos jóvenes que rodeaban a Chamrán, a disparar con los lanzacohetes, por ejemplo, contra los tanques. Eso, pónganlo al lado del adolescente que se aumenta la edad en el documento de identidad para poder ir al frente; o que llora y suplica a su padre o a su madre que le dejen ir y que firmen para que vaya. Eso lo hemos tenido. Rezos dóciles, llantos de media noche, servicios prestados con desinterés; o el comandante que se levanta en mitad de la noche y va a encerar las botas de sus combatientes, a lavar sus uniformes. Cosas así no existen en ningún ejército del mundo, en ningún campo de batalla. Es algo particular de la República Islámica. Otro, en sus últimos instantes de vida, no bebe agua para la sed no martirice a su compañero; le da el agua y luego alcanza el martirio él por la sed. Estas cosas que leemos en los libros de historia, en la guerra o bien las vimos de cerca o las oímos contar a personas que las habían visto.

Un joven —[futuro] mártir— escribe su testamento, en medio de un tiroteo del enemigo, y hace en él una exhortación sobre el hiyab. A ese extremo llegan la espiritualidad, la religiosidad y el apego a los preceptos y la fe del Islam. En mi opinión, ese informe sobre la guerra y esa perspectiva sobre la guerra son más importantes que el informe descriptivo. Es ahí donde Dios Altísimo muestra Su poder con la victoria de Sus siervos justos. Es ahí donde queda en claro que la voluntad divina es, para Sus siervos justos, inna-l-arda li-l-Lahi yúrizuha man yashá’u min ibádihi (4). Los siervos justos de Dios reciben el apoyo de Dios. Soportan penalidades —como tantas soportaron en los ocho años de la Sagrada Defensa del pueblo de Irán, soportando penalidades los jóvenes, las familias, los padres, las madres, las cónyuges…—, pero tras esas penalidades Dios Altísimo dio la gloria, dio la victoria, dio la ayuda para la victoria.

Estos dos tipos de informe deben registrarse y consignarse ambos. Algunos saben esas cosas, las han visto, están al corriente… que las digan, y que otros las conviertan en productos atractivos, si bien de esto se han hecho cosas en cierta medida. Yo el año pasado dije que esa medida en que se ha llevado a cabo debe centuplicarse. Es eso; en este terreno hemos sido negligentes. Si en el período de la Revolución o en el de la guerra hubiéramos tenido medios propagandísticos, se habrían conseguido avances en el país muy superiores a lo que se ha obtenido. Nuestros medios propagandísticos eran limitados. Por el contrario, el enemigo poseía medios de propaganda ilimitados, y hoy es casi lo mismo. También hoy sería necesario que incrementemos nuestros medios cuanto podamos. Y bien, esto en lo relativo a la Sagrada Defensa.

Hoy está sucediendo algo parecido en el Líbano y Palestina. Los acontecimientos de Líbano y Palestina, igual que los de la Guerra Impuesta, son un Yihad por la causa de Dios. Un país islámico, Palestina, está usurpado por los más malignos descreídos del mundo. Es disposición categórica de la ley religiosa la obligatoriedad para todos de esforzarse y ayudar para que devuelvan Palestina y la Mezquita de Al-Aqsa a los musulmanes y a sus dueños originarios. Aquí se está produciendo un movimiento divino. La gente de Palestina, de Gaza, está luchando y realizando un Yihad por la causa de Dios en el verdadero sentido de la palabra. Están realizando un Yihad por la causa de Dios. Quienes los ayudan están ayudando al Yihad por la causa de Dios. El Hezbolá libanés, al intervenir en defensa de Gaza y exponerse a estos amargos percances, está realizando un Yihad por la causa de Dios.

En la actual batalla de Líbano y Palestina, el descreído y pérfido enemigo es quien dispone de mayor equipamiento. Tiene detrás a Estados Unidos. Los norteamericanos dicen no estar interviniendo, dicen no estar al corriente… ¡Faltan a la verdad! Además de que están al corriente, sí intervienen y necesitan la victoria del régimen sionista. Este mismo gobierno actual de Estados Unidos necesita, en las elecciones que tiene ante sí, mostrar que ha apoyado al régimen sionista y lo ha llevado a la victoria. Necesitan, claro está, los votos de los musulmanes de Estados Unidos y por eso fingen no estar involucrados. El enemigo tiene dinero, armas, medios y propaganda a escala mundial. El bando opuesto, los creyentes, los combatientes por la causa de Dios, no disponen ni de una centésima parte de esos medios y, sin embargo, la victoria es del bando que combate por la causa de Dios. Es la Resistencia palestina quien vencerá. Es Hezbolá quien vencerá. Hasta hoy, la victoria ha estado del lado de Hezbolá y de las fuerzas de la Resistencia. Indicio de ello son las matanzas de gente. Si el pérfido régimen sionista hubiera podido derrotar a los combatientes, ya sea en Gaza, en Cisjordania o en el Líbano… si hubiera podido derrotar a los combatientes, no tendría necesidad de mostrar al mundo ese feo y negro rostro cometiendo esos crímenes contra las casas, las escuelas, los hospitales, los hijos, mujeres y niños. Como no han podido vencer a la Resistencia, se ven obligados irremediablemente a simular que están venciendo atacando a mujeres, a niños, a gente indefensa, a coches en la carretera, escuelas y hospitales. Así que hasta ahora han fracasado.

Sí, asestan golpes. Han martirizado a algunos miembros influyentes y valiosos de Hezbolá y eso ciertamente supone una pérdida para Hezbolá. Pero no hasta el punto de derribarlo. La solidez organizativa y humana de Hezbolá está muy muy por encima de eso. El poderío de ellos, su capacidad y su solidez están muy por encima de eso como para sufrir un golpe capital con esos martirios. Sí, claro que perder a una persona, especialmente si se trata de un comandante con un historial de combate por la causa de Dios, supone una pérdida. De eso no cabe duda. Por lo tanto, hasta hoy, son ellos los victoriosos y, con la ayuda de Dios, por el poderío y la fuerza de Dios, la victoria definitiva en esta batalla será para el frente de la Resistencia y Hezbolá.

Lo último que quisiera decir en esta plática de hoy es que nuestros combatientes, nuestros muyahidines, dieron la vida, se sacrificaron para que no se izara en nuestras fronteras la bandera del enemigo. Jóvenes luchadores, jóvenes muyahidines enlutaron a sus familias por que no se enarbolara la bandera del enemigo dentro de las fronteras de este país. No es posible que el pueblo de Irán acepte que esas mismas banderas sean enarboladas dentro del país por infiltrados, por personas engañadas. Esa bandera —la bandera de la infiltración cultural, del estilo de vida del enemigo, de los traicioneros embaucamientos del enemigo— ¡no debe alzarse dentro del país ni en nuestros distintos organismos! Hay que tener cuidado; es deber de todos. Hay que tener cuidado en el Ministerio de Educación, hay que tener cuidado en la radiotelevisión IRIB, hay que tener cuidado en la prensa, hay que tener cuidado en el Ministerio de Ciencias y en el de Sanidad —que son lugares de formación de los jóvenes—. Si en aquel otro lugar el enemigo fue derrotado por nuestros combatientes, no se debe permitir que ese enemigo derrotado desarrolle y lleve a cabo lo que quiere dentro del país por medio de ardides, tretas y artimañas.

Espero que Dios Altísimo preserve en completa vigilancia frente a las tramas del enemigo a todos nuestros responsables, a todos nuestros hombres y mujeres, a todos aquellos que operan en los distintos sectores.

Con ustedes la paz, la misericordia de Dios y Sus bendiciones.

Notas

(1) Al comienzo del encuentro, realizaron sendas exposiciones seis activistas del ámbito cultural de la Sagrada Defensa y presentó un informe el general de brigada Bahmán Karegar, presidente de la Fundación para la Conservación de las Obras y Difusión de los Valores de la Sagrada Defensa.

(2) Alabado sea Dios, Señor de los mundos, y vayan las bendiciones y la paz para nuestro maestro y profeta Abulqásim al-Mústafa Muhammad y para su familia excelsa, purísima y selecta, en especial para el Imam de la Época.

(3) «Competid para ser los primeros en obtener el perdón de vuestro Señor» (Sagrado Corán, 57:21).

(4) «¡Ciertamente, la Tierra pertenece a Dios y Él la da en herencia a quien quiere de Sus siervos!» (Sagrado Corán, 7:128).

(5) Discurso del encuentro del 20 de septiembre de 2023 con un grupo de veteranos y activistas de la Sagrada Defensa y la Resistencia.