El colonialismo de las potencias opresoras comenzó al principio, en una primera etapa, por el saqueo de recursos. Lean ustedes la historia del colonialismo. Lo primero que se dieron como objetivo y que trataron de conseguir fueron los recursos naturales. Por ahí empezaron en una primera fase. Esa es una etapa. La siguiente fue la destrucción de las culturas originarias de los pueblos. Esa historia es una amarga historia. La explicación de ese tema es una de esas cosas que realmente lo hacen a uno llorar. ¡Qué hicieron con los pueblos, con las civilizaciones! En esa misma África que ustedes ven hubo civilizaciones, hubo culturas originarias. Llegaron los otros, se introdujeron, lo desbarataron todo, lo estropearon todo, causaron destrucción. En realidad, también eso fue saqueo —saqueo cultural—. En la etapa posterior, pusieron la mira en la identidad nacional y religiosa de los pueblos, a fin de someterla a su control.
Nosotros sufrimos hoy las tres etapas de la colonización. También hoy tienen las poderosas entidades diabólicas del mundo la vista puesta en los recursos naturales de los países y los pueblos, con intenciones aviesas. Tienen la vista puesta tanto en su cultura, sus culturas originarias, como en su identidad nacional e islámica, y buscan destruirlas; buscan someterlas a su control. Por supuesto, no todos son iguales. Por encima de todos, está Estados Unidos. Esa descripción que hacemos hoy del colonialismo y la Arrogancia tiene su máximo ejemplo en el gobierno de Estados Unidos, que está bajo la influencia de los poderosos de las finanzas mundiales. Hoy, esos poderes financieros de primera fila a nivel mundial dominan gobiernos occidentales, incluido y quizá más que los demás, el gobierno de los Estados Unidos. Los que dominan son, como dicen ellos, los cárteles, los trust, etc. Son esos los que trazan los planes para las tres etapas de la colonización. Cuando ustedes ven que cada día aparece y se hace realidad un nuevo presente y otro más en distintos ámbitos de lo humano, de lo sexual, de las finanzas, se debe a eso; a esa modificación de la identidad de los pueblos, a esa modificación de los intereses de los pueblos, para atraerlos hacia sí.
El Corán ofrece una descripción clara: Waddu ma aníttum. Todo aquello que les cause a ustedes problemas gustará a sus enemigos, a los descreídos, a quienes siguen al Demonio y actúan de manera demoníaca. Qad bádati-l-bagdá’u min afwáhihim wa ma tujfi sudúruhum ákbar (1). La hostilidad se hace patente en sus bocas. Incluso cuando hablan o cuando pronuncian discursos, muestran su enemistad. Muestran su hostilidad incluso al moverse, pero lo que hay en sus corazones es aún mayor; lo que genera su animosidad. A veces, en algunos casos, esa hostilidad se manifiesta. Es decir que, en ciertos lugares, en algunos casos, esos fondos internos hostiles y malignos se muestran. Piensen, por ejemplo, en cómo en el Congreso de Estados Unidos, ante el despedazamiento de miles de niños, los representantes ¡se levantan para aplaudir y aclamar al asesino! Es ese wa ma tujfi sudúruhum ákbar lo que se manifiesta, lo que se muestra ahí. Despedazan a miles de niños ¡y luego van allá a que los aplaudan!
...
La Resistencia que comenzó en el islámico Irán y despertó a los pueblos musulmanes. A algunos pueblos musulmanes los movió a la acción, a la generalidad de los pueblos musulmanes los despertó, y despertó también las conciencias de muchos no musulmanes. El sistema de dominación se identificó y se dio a conocer. El sistema de dominación no era conocido; muchos pueblos no lo conocían.
Miren ustedes a Gaza. La exigua y limitada área de Gaza puso de rodillas a un régimen sionista armado hasta los dientes y con apoyo pleno de Estados Unidos. Gaza puso de rodillas al régimen sionista. ¿Acaso es cosa de broma? Se trata ahí de esa misma secreción de la Resistencia. Se trata ahí de la misma fe y razón. Se trata ahí de la misma recitación de las aleyas del Corán. Se trata de dar el corazón a Dios. Se trata de esa misma creencia en wa inna-l-‘izzata li-l-Lahi yamí’an (2). El orgulloso Hezbolá sufre la pérdida de una personalidad de la envergadura de Seyed Hasan Nasralá. Eso no es cosa de broma. ¿Cuántos grandes seres humanos tenemos en el mundo de la estatura de ese gran mártir Seyed Hasan Nasralá, que Dios Altísimo le conceda Su favor? Pues a una figura semejante perdió Hezbolá. Amigos y enemigos se pensaron que Hezbolá estaba acabado. Y Hezbolá mostró que no solo no estaba acabado, sino que en ocasiones hasta había crecido su motivación y pudo mantenerse firme frente al régimen sionista.
Notas
(1) «Les gustaría veros en dificultades. El odio asoma por sus bocas, pero lo que ocultan sus pechos es peor aún» (Sagrado Corán, 3:118).
(2) «En verdad, todo el poder pertenece a Dios» (Sagrado Corán, 10:65).