En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso.

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En tiempos del imam Sádiq (con él sean las bendiciones y la paz), estaba previsto que, conforme al propósito y designio divino —si bien no a los decretos irrevocables de Dios— que tuviese lugar una transformación favorable a los Imames de la Guía (con ellos la paz); esto se desprende de numerosos hadices. Hay uno del imam Sádiq (con él sea la paz) que dice: Inna-l-Lah qáddara hada-l-amra fi sánati sabaín (1). Dios Altísimo había estipulado que aquel asunto —es decir, el asunto del Imamato, el Imamato en el sentido pleno de la palabra— se estableciera por Su decreto en el año 70 de la hégira (2).

Miren ustedes, cuando el imam Hasan hizo la paz con Muawiya, llegaban algunos quejándose y protestando por ello, y el imam les decía: Ma tadri laál·lahu fítnatun lákum wa matá’un ila hin; «Esto durará hasta cierto momento, es temporal». Es decir, que en las palabras del imam Hasan al-Múchtaba (con él sea la paz) se alude a que aquella situación, aquel dominio de la incredulidad y la hipocresía no estaba destinado a ser permanente: conforme al designio divino, aquello era temporal. ¿Hasta cuándo? Hasta el año 70; es decir, conforme a esa tradición, en el año 70 de la Hégira, quienquiera de la Familia del Profeta que estuviera en vida, se alzaría, se haría con el gobierno y se haría realidad el verdadero Imamato. Luego dice el imam: Fa-lamma qútila-l-Husainu alayhi-s-salam ishtadda qádabu-l-Lahi ala ahli-l-ard, fa-ajjárahu ila míatin wa arbaín; lo que quiere decir que el suceso de Karbala, aquella indiferencia de la gente por las bases de la religión, el que renunciaran, tuvo como efecto que aquel designio divino se retrasara hasta el año 140 (3). Claro, el año 140 es la época del imam Sádiq (con él sea la paz) —el imam dejó este mundo en el año 148—. Eso, la Shía lo sabía; la élite chií lo sabía. Es por eso que hay un hadiz, por ejemplo, de Zurara —que era una de las personas cercanas— en el que dice a sus compañeros: La tara ala aawádiha il·la Yáafaran (4). Los aawad son las patas del mimbar, el mimbar del califato. En otras palabras, «estoy viendo a Yaafar, que se sentará sobre ese mimbar». Eso es.

Luego, en otro hadiz, el mismo Zurara —que vivía en Kufa— envía un mensaje al imam Sádiq (con él sea la paz) y le dice que uno de los amigos chiíes ha contraído deudas y los acreedores andan detrás de él; y él, no teniendo dinero, ha agarrado, se ha ido de la ciudad y anda errante. Si aquello —lo del califato— tenía que llevarse a cabo en uno o dos años —en el hadiz dice hada-l-amr, es decir, «si este asunto va a tener lugar en un año o dos»—, que esa persona aguante hasta que llegue usted al poder, [le dice], y se arreglen las cosas. Pero si va a alargarse, que los amigos reúnan dinero y paguen la deuda (5). Es decir, que alguien como Zurara esperaba que en uno o dos años se resolviera la cuestión. El que ustedes vean como van ante el imam Sádiq y no dejan de preguntarle, «Señor, ¿por qué no se alza? ¿Por qué no se alza?», se debe a que están esperando. Han oído algo, les ha llegado algún rumor.

Luego, a continuación de ese mismo hadiz en el que había especificado el año 140, dijo: «Ustedes lo revelaron y Dios lo ha retrasado». Es decir, que si los chiíes se hubieran estado callados y no lo hubiesen revelado, quizá la cosa habría terminado en ese momento. ¡Ven ustedes cuánto habría cambiado la historia!

La trayectoria de la humanidad habría sido distinta, y hoy el mundo sería otro. Es decir, que nuestras negligencias —a veces por hablar de más, a veces por no ayudar, a veces por protestar sin motivo, a veces por no tener paciencia, a veces por un análisis equivocado de la situación— pueden tener efectos, y efectos históricos; hasta ese punto cambian el rumbo. De manera que hay que tener mucho cuidado.

Y ciertamente, la vida del imam Sádiq (con él sea la paz) fue extraordinaria, una vida asombrosa, una vida exitosa en cuanto a la difusión de los preceptos divinos y de las numerosas tradiciones con que contamos de aquel gran hombre y de sus compañeros. Por supuesto, sobre aquellos cuatro mil discípulos que se le atribuyen, quien lo oye se imagina que cuando el imam comenzaba una lección, había allá sentadas cuatro mil personas. No es así. Según figura en ese libro, cuatro mil personas han transmitido narraciones sobre la vida de aquel gran hombre, que tiene así cuatro mil relatores. Eso quiere decir cuatro mil discípulos, no que cuatro mil personas atendieran sus clases y él les enseñara.

Y nosotros estamos lejos de la vida de los imames; nuestro conocimiento es escaso, tanto sobre lo que dijeron como sobre sus discursos, sus narraciones y sus situaciones vitales.

Luego, están esas cosas que aparecen en nuestras tradiciones, en las que se cuenta que lo llevaron ante Al-Mansur (6), quien se mostró extremadamente airado, y él le dijo: «¡Primo! Grandes hombres y profetas sufrieron injusticias y perdonaron, ¡perdónanos tú también!». Eso aparece en nuestras tradiciones, pero yo digo con rotundidad que es mentira. Con total seguridad, eso no es verdad. Un imam no habla así con nadie, ya haya peligro de que lo maten o no lo haya, lo mismo da. Un imam no habla así en absoluto. ¿Quién lo relata? Rabí. El relator de esa tradición es el sirviente Rabí. Rabí era sirviente de Al-Mansur, era el hombre de confianza de Al-Mansur: un cortesano embustero, digamos; un tipo así. Pues llegó ese y contó que el imam Sádiq había dicho tal cosa. Claro, eso es un buen instrumento para destruir la moral de los chiíes; por tanto, debemos evitar por completo transmitirlo. Algunos lo narran sin motivo, cuando esos hadices no son correctos. Los imames enseñaron a mantenerse firmes, enseñaron a resistir, enseñaron lógica —a acorralar al interlocutor hablando con lógica, con argumentos—.

Vean ustedes cómo habla Záinab al-Kubra en el encuentro con Ibn Ziad, en el encuentro con Yazid. Lo correcto es eso; esa es la línea correcta de los imames. Quienquiera que se mantenga firme estará avanzando en la línea de aquellas grandes figuras. Y hoy, aquellos que resisten en Gaza, en Líbano, están trabajando de hecho en la línea de los imames de la religión, de los Imames de la Guía.

Notas

(1) Kitab al-kafi, vol. 1, pág. 368 (con alguna ligera variación).

(2) Comprendido entre el viernes 25 de julio de 689 y el martes 14 de junio de 690 d. J. C.

(3) Comprendido entre el miércoles 29 de mayo de 757 y el domingo 17 de mayo de 758 d. J. C.

(4) Riyal al-Kashshi, pág. 156.

(5) Riyal al-Kashshi, pág. 157.

(6) El segundo califa de la dinastía sunní abbasí, entre los años 754 y 775 d. J. C.