«Mi padre, aunque era una personalidad religiosa conocida, tenía algo de asceta. Pasamos muchas penurias. A veces no teníamos nada para cenar, salvo pan y unas pasas que había conseguido mi madre de alguna manera. Nuestra casa, de unos sesenta y cinco metros cuadrados, consistía en un solo cuarto y un sótano lúgubre. Cuando venían visitas para hacer consultas a mi padre sobre problemas económicos, como clérigo del lugar que era, la familia se tenía que trasladar al sótano mientras duraba la reunión. Unos años más tarde, unas personas caritativas compraron el solar contiguo a nuestra casa, con lo que pudimos construir dos habitaciones más».

 

EDUCACIÓN

A los cuatro años de edad, Seyed Alí y su hermano mayor Mohammad fueron enviados al maktab, la escuela primaria tradicional de aquella época, para que aprendieran el abecedario y el sagrado Corán. Más adelante, lo trasladaron a una escuela islámica recién establecida para que siguiera instruyéndose. Tras la enseñanza primaria, Seyed Alí continuó sus estudios en el seminario teológico de Mashhad. «Quienes más alentaron aquella inteligente decisión fueron mis padres, en especial mi padre», dice hoy en día el ayatolá Jameneí.

En las escuelas religiosas Soleimán Jan y Navvab, bajo la supervisión de su padre y la dirección de algunos grandes ulemas, estudió todo el currículo del nivel intermedio, incluidas la Lógica, la Filosofía y la Jurisprudencia Islámica, en el excepcionalmente breve tiempo de cinco años. Empezó entonces los estudios de nivel avanzado, conocidos como Dars-e Jarech, con ulemas e instructores tan relevantes como el gran ayatolá Milaní.

 

LOS PRESTIGIOSOS SEMINARIOS DE NAYAF Y QOM

El joven Seyed Alí tenía sólo dieciocho años cuando comenzó los estudios de máximo nivel. Decidió hacer una peregrinación a los santuarios de Irak, para lo cual viajó en 1957 de Irán a Nayaf, donde quedó fascinado por las enseñanzas teológicas y académicas de ulemas tan eminentes como el ayatolá Hakim y el ayatolá Shahrudí. Asistió a sus clases y hubiera querido quedarse allí y seguir beneficiándose en sus estudios de aquellos excelentes profesores, pero su padre hizo saber que prefería que su hijo prosiguiese sus estudios avanzados en la ciudad santa de Qom. Así, por respeto al deseo de su padre, regresó a Irán en 1958.

Prosiguió en Qom sus estudios avanzados con diligencia y entusiasmo desde 1958 hasta 1964, y se benefició de las enseñanzas de magníficos ulemas y grandes ayatolás como el ayatolá Boruyerdí, el imam Jomeiní, el ayatolá Haerí Yazdí y Alamé Tabatabaí.

Recibió la mala noticia de que su padre había perdido la vista en un ojo y no podía leer bien, lo que hizo que volviera de inmediato a Mashhad y, mientras se mantenía al servicio de su padre, buscara más conocimiento a través de él mismo, del ayatolá Milaní y de otros importantes ulemas que residían en la ciudad. El joven Seyed Alí, que en ese momento se había convertido en mochtahed tras completar sus estudios de nivel avanzado, comenzó a enseñar distintas materias de tipo religioso a estudiantes de escuelas religiosas y de universidad más jóvenes que él.

Recordando aquel importante punto de partida de su vida, el líder dice: «Si ha habido éxitos en mi vida, vienen todos de las bendiciones que me concedió Dios por mi obediencia en el cuidado de mis padres».

 

ACTIVIDAD POLÍTICA

«En los campos de las ideas políticas y revolucionarias, así como de la jurisprudencia islámica, soy sin duda discípulo del imam Jomeiní», dice el ayatolá Jameneí, y añade: «Aun así, las primerísimas chispas de conciencia sobre el pensamiento islámico y revolucionario, así como respecto al deber de combatir el despotismo del sha y sus protectores británicos, las encendió en mi alma cuando tenía trece años el valeroso clérigo Navvab Safaví, más tarde martirizado por el régimen monárquico, cuando vino a nuestra escuela a Mashhad en 1952 y dio un encendido discurso contra la política antislámica y traicionera del sha.

Fue en Qom en 1962 cuando Seyed Alí integró las filas de los revolucionarios seguidores del imam Jomeiní, que se oponían a la política proestadounidense y antislámica del régimen del sha.

Abnegado e intrépido, siguió ese camino durante los siguientes dieciséis años, lo que en último término llevó a la caída de aquel brutal régimen. Las persecuciones, la tortura, la cárcel y el exilio no lo pudieron hacer flaquear ni un momento.

En mayo de 1963, coincidiendo con el mes sagrado de muharram, el imam Jomeiní honró al joven y audaz clérigo Seyed Alí con la misión de llevar un mensaje secreto al ayatolá Milaní y a otros clérigos de Mashhad sobre tácticas y maneras de denunciar la auténtica naturaleza del régimen del sha. Tras cumplir bien la misión, viajó a la ciudad de Biryand para seguir difundiendo las ideas del imam Jomeiní. Allí fue arrestado por primera vez y pasó una noche en el calabozo, tras lo cual las autoridades le ordenaron no volver a hablar desde un púlpito. A partir de entonces, supo que sería objeto de vigilancia policial en todo momento. Por supuesto, no se rindió ante las amenazas policiales y, a resultas de sus actividades en relación con el sangriento levantamiento de junio de 1963 (15 de Jordad), fue detenido de nuevo y trasladado a Mashhad, donde pasó diez días en prisión en duras condiciones.

En enero de 1964 (ramadán de 1383), el ayatolá Jameneí y varios amigos íntimos viajaron conforme a un meticuloso plan a Kermán y Zahedán, en el sur de Irán, para denunciar la farsa de referendo que iba a celebrar el sha sobre sus reformas. Allí denunció en gran número de discursos públicos la diabólica política estadounidense del régimen Pahlaví, hasta que, a altas horas de la noche, intervino la temida agencia de inteligencia del sha, la Savak, y lo detuvo. Lo llevaron a Teherán en avión y lo mantuvieron dos meses en régimen de aislamiento y sometido a torturas.

Una vez liberado, empezó a enseñar Exégesis del Sagrado Corán, Tradiciones Proféticas e Ideología Islámica en Mashhad y Teherán. Sus lecciones eran muy apreciadas por la juventud revolucionaria iraní. Como ya estaba seguro de ser objeto de la estrecha vigilancia de la Savak, en 1967 se vio obligado a pasar a la clandestinidad. Aun así, volvió a ser arrestado por celebrar las mencionadas clases y discusiones sobre el Islam.

El propio ayatolá Jameneí ha explicado así las razones por las que la Savak tomó tales medidas:

«De 1970 en adelante, se estaban sentando las bases para un movimiento armado, en consecuencia, de lo cual se incrementaron la suspicacia y la severidad del régimen respecto a mí. No podían creer que la acción armada no tuviera conexión con una ideología islámica sensata. Pensaban que debía haber lazos entre aquellos revolucionarios y gente como yo por mis concienzudas actividades intelectuales. A pesar de todo, después de que me liberaran, cada vez más gente asistía a mis clases sobre el sagrado Corán, y muchos acudían a nuestras reuniones clandestinas».

 

ÚLTIMA DETENCIÓN Y EXILIO

Entre 1972 y 1975, el ayatolá Jameneí estuvo impartiendo clases sobre el sagrado Corán y el pensamiento islámico en tres mezquitas distintas de Mashhad. Aquellas lecciones, junto con las que daba sobre el Nahyu-l-Balagha del Imam Alí (con él la paz), atraían a miles de jóvenes y estudiantes conscientes y con vocación política. Las lecciones circulaban entre la gente por la mayoría de las ciudades, tanto en forma manuscrita como mecanografiadas.

Sus estudiantes viajaban a poblaciones lejanas para difundir sus lecciones y sus ideas. Todo esto asustaba a los agentes de la Savak del sha, que en el invierno de 1975 irrumpieron en su casa de Mashhad, lo arrestaron por sexta vez y confiscaron todos sus libros y apuntes.

Estuvo entonces detenido muchos meses en la tristemente célebre Prisión Conjunta Policía-Savak. Aquel fue el encarcelamiento más duro que sufrió el ayatolá Jameneí, que dice sobre el inhumano tratamiento infligido a los reclusos: «Entender lo que fueron aquellas condiciones sólo está al alcance de quienes las soportaron…».

En el otoño de 1975, fue liberado y enviado de vuelta a Mashhad, donde quedó ya completamente impedido para dictar lecciones o impartir clase.

Sin embargo, sus actividades clandestinas llevaron a la Savak a capturarlo de nuevo en el invierno de 1976 y condenarlo a un destierro de tres años. Aquella penosa etapa finalizó a finales de 1978, a causa de las circunstancias políticas imperantes, y el ayatolá Jameneí regresó a Mashhad pocos meses antes del triunfo de la Revolución islámica, periodo crucial de agitación social e inmensas manifestaciones en todo Irán durante el cual prosiguió con abnegación sus actividades político-religiosas.

Así, después de casi 15 años de soportar todo tipo de torturas y malos tratos a manos de los agentes del sanguinario régimen del sha, pudo ser testigo de la caída de la tiranía de los Pahlaví y del ascenso de una República Islámica en Irán.

 

LA VICTORIA DE LA REVOLUCIÓN ISLÁMICA

Poco después del triunfo de la Revolución islámica —el 11 de febrero de 1979— y antes del regreso victorioso del imam Jomeiní a Irán desde París, se formó un Consejo Islámico Revolucionario a petición del imam. El ayatolá Jameneí fue designado como miembro del Consejo, junto a notables personalidades musulmanas como los ayatolás mártires Motahharí y Beheshtí, y partió de Mashhad a Teherán para asumir sus nuevas responsabilidades.

 

NUEVAS RESPONSABILIDADES

A continuación, se presenta una lita de los servicios prestados por el ayatolá Jameneí a la República Islámica desde aquel momento:

1980:

- Miembro fundador del Partido de la República Islámica, junto a conocedores de la religión y combatientes tales como el mártir Beheshtí, Rafsanyaní, el mártir Bahonar y Musaví Ardebilí.

- Viceministro de Defensa.

- Supervisor de la Guardia Revolucionaria Islámica.

- Imam del rezo colectivo de Teherán, por decreto del imam Jomeiní.

- Representante de Teherán en el Machlés (Asamblea Consultiva).

1981:

- Representante del imam Jomeiní en el Consejo Superior de la Defensa.

- Presencia activa en los frentes de la Guerra Impuesta por Irak.

1982:

- Elegido presidente de la República Islámica de Irán, tras el martirio del presidente Mohammad Alí Rayaí (el propio ayatolá Jameneí fue blanco de un intento de asesinato en la mezquita teheraní de Abu Dhar, tras el cual fue hospitalizado varios meses).

- Designado presidente del Consejo de la Revolución Cultural.

1986:

- Presidente del Consejo de Discernimiento.

- Reelegido presidente de la República Islámica por un segundo mandato de cuatro años.

1989:

- Elegido líder de la República Islámica de Irán por la Asamblea de Expertos tras el deceso del imam Jomeiní.

1990:

- Presidente del Comité para la Revisión de la Constitución.

 

OBRAS ORIGINALES Y TRADUCCIONES

1. Grandes líneas del pensamiento islámico en el Corán.

2. La profundidad de la oración.

3. Discurso sobre la paciencia.

4. Los cuatro libros principales de biografías de tradicionistas.

5. La tutela (Welayat).

6. Informe sobre el seminario teológico de Mashhad.

7. El Imam Al-Sadiq (con él la paz).

8. La unidad y los partidos políticos.

9. Consideraciones personales sobre el arte.

10. La correcta comprensión de la religión.

11. La lucha de los Imames (con ellos la paz) del chiismo.

12. La esencia de la unicidad de Dios.

13. La necesidad de volver al Corán.

14. El Imam Al-Sayyad (con él la paz).

15. El Imam Reza (con él la paz) y su designación como príncipe heredero.

16. La invasión cultural (Recopilación de discursos).

17. Recopilaciones de discursos y mensajes (9 volúmenes).

Traducciones (del árabe al persa)

1. El tratado de paz del Imam Hasan (con él la paz), por Razi Al Yasin.

2. El futuro de las tierras del Islam, por Sayyid Qutb.

3. Los musulmanes en el movimiento de liberación de la India, por Abdulmunaim Nassri.

4. Una acusación contra la civilización occidental, por Sayyid Qutb.