Durante un encuentro mantenido este sábado con miles de miembros de la Fuerza de Resistencia Popular (Basich), su eminencia el ayatolá Jameneí, Líder de la Revolución Islámica de Irán, puso de relieve que «ser basiyí es soportar injusticias para liberar de la injusticia a quienes la sufren».
«Ser basiyí es soportar injusticias para liberar de la injusticia a quienes la sufren. En estos últimos sucesos ya vieron como los basiyíes fueron víctimas de injusticias con tal de no dejar que el pueblo iraní fuera víctima de un puñado de alborotadores inconscientes o a sueldo», recalcó el ayatolá Jameneí.
El Líder de Irán destacó que el país persa cuenta hoy con millones de basiyíes oficiales y millones de basiyíes extraoficiales. «Tenemos, además, millones de basiyíes en el mundo islámico y en países diversos. Basiyíes con quienes tenemos plena compenetración», agregó.
Además, subrayó que el Basich no es solo una organización militar, sino también una cultura que consiste en servir a la colectividad y al país sin afectación y sin pedir nada a cambio; sin expectativas y sin quedar a la espera de que lo alaben.
«La cultura basiyí es cultura de gente que se esfuerza en el anonimato; es cultura de luchadores desinteresados que aceptan el riesgo; es no tener miedo, es servicio a todos, al país. Es emplearse en favor de los demás», aseveró el ayatolá Jameneí.
Su Eminencia enfatizó que es la misma cultura, lo que hace que «un basiyí se enfangue hasta las rodillas para limpiar de lodo los cuartos de las familias afectadas por las riadas, o se arriesga a contraer el coronavirus para salvar a los enfermos de covid de un peligro de muerte».
En otra parte de sus declaraciones, el Líder de la Revolución Islámica señaló que destruir la profundidad estratégica de Irán era un plan que Estados Unidos había diseñado gastando miles de millones de dólares y miles de horas de trabajo intelectual para dañar a Irán, pero ese plan fue frustrado por la grandiosa y eficiente fuerza de la República Islámica.
«En opinión de los occidentales, Irán tenía su profundidad estratégica en seis países. Estos deberían pasar bajo control de Estados Unidos y el colonialismo, y luego vendrían por Irán. Los gobiernos de esos seis países (Irak, Siria, Líbano, Libia, Sudán y Somalia) tenían que ser derrocados», añadió.
Frente al plan occidental, recordó el ayatolá Jameneí, el país persa decidió no intervenir en el caso de la situación en el norte de África, sin embargo, la República Islámica entró en funcionamiento en Irak, Siria y Líbano e hizo fracasar la política de EE. UU.
«El resultado de la intervención de Irán fue la derrota de EE. UU. en esos tres países. Ellos querían tomar el control de Irak, y no lo consiguieron. Querían derrocar el gobierno de Siria, y no lo consiguieron. En Líbano, querían eliminar a Hezbolá y Amal, y no lo consiguieron», precisó.
Asimismo, Su Eminencia advirtió que la sorpresa es uno de los modos de actuar del enemigo y la practica de distintas maneras, una de las cuales consiste en empezar a hacer algo en un lugar, causando ruido para atraer toda la atención hacia ese punto, y luego acometer la tarea principal que quieren realizar.
«Durante un Mundial, los ojos del mundo entero están puestos en él. El enemigo suele aprovechar esa distracción para actuar. Los responsables del país están atentos al interior del territorio y al exterior, en especial Asia Occidental, el Cáucaso y las zonas al este de Irán», afirmó.