En el Gran Oratorio Imam Jomeiní de Teherán

Primer sermón

En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso.

Alabado sea Dios, Señor de los Mundos. Alabado sea Dios, Quien ha creado los cielos y la tierra y ha establecido las tinieblas y la luz, aunque los que no creen equiparen a su Señor con otros (Sagrado Corán, 6:1). Te alabamos, buscamos Tu ayuda, Te suplicamos, imploramos Tu perdón y enviamos bendiciones y saludos a Tu amado, Señor de Tu creación, Abu-l-Qásim al-Mustafá Muhammad, y a su familia de seres bondadosos, puros e inmaculados, guías escogidos, en especial para el Imam del Tiempo. Vayan las bendiciones para los Imames de los musulmanes, para quienes protegen a los desheredados, para quienes guían a los fieles.

Felicito la venturosa fiesta del Eid al-Fitr a todos los hermanos musulmanes devotos del mundo entero, a la gran nación iraní y a ustedes, orantes. Quisiera felicitarles el transcurso de un fructífero mes de Ramadán, rebosante de misericordia divina como lo han pasado ustedes este año. El mes de Ramadán de este año ha sido un mes de gran animación y entusiasmo. Ha habido en este mes plegarias, ha habido imploraciones y ha habido súplicas de intercesión, particularmente destacadas en las benditas Noches del Destino, las vigilias ardorosas de los jóvenes y las cálidas lágrimas que derramaban los bellos ojos de nuestros jóvenes virtuosos. Gracias a Dios, este año las reuniones y círculos de aprendizaje y enseñanza, las reuniones coránicas y la recitación del Corán han sido, a juzgar por lo que uno podía ver, más sobresalientes que nunca en el país. La asistencia de la gente a los arriates de los mártires, a las reuniones, a los círculos religiosos, a las cofradías y a las mezquitas ha sido notable. Además, está la ayuda por devoción que ha hecho la gente en este mes: ayuda a los huérfanos, a los necesitados y a los pobres. Esa presencia popular junto a los desvalidos y los menesterosos es uUno de los deberes más importantes del mes del Ramadán. Y está además ese grandioso movimiento popular del Día de Al-Quds, con esa majestuosa concentración atestada de gente, exhibida  por todo el país por un pueblo devoto que había pasado la noche anterior en vigilia y ya durante el día estaba en ayuno. Todo eso son bendiciones divinas, son favores divinos. El mes del Ramadán es mes tanto de súplica como de yihad. En los comienzos del Islam, tuvo lugar en el mes del Ramadán la batalla de Badr, como fue en el mes del Ramadán la conquista de La Meca. Y a lo largo de estos años es un día de combate para la nación iraní, a la que gracias a Dios se han sumado también este año otras naciones en un nivel muy elevado, el Día de Al-Quds.

En este mes, nuestra gente ha obtenido mucho: corazones enternecidos, acercamiento al Creador del Mundo, pureza de espíritu, la atención y el recuerdo de lo espiritual, el conocimiento de muchas enseñanzas divinas e islámicas y el golpe asestado al enemigo en el Día de Al-Quds. Todo esto son logros conseguidos en este mes por ustedes, pueblo querido; por ustedes, pueblo devoto; por ustedes, gran nación de Irán. Y lo que yo les quisiera decir es que conserven ustedes esos logros. Todo esto son reservas espirituales. Guárdense esas reservas hasta el mes Ramadán del año próximo, y en el Ramadán del año próximo, si Dios quiere, refuercen ese espíritu. Es ese estado de ánimo el que hará avanzar a la nación en lo material y lo espiritual, el que resolverá todos los problemas y el que, con la ayuda de Dios, los conducirá a la cúspide del movimiento divino y espiritual que se tiene en mente en el Islam para la sociedad musulmana. Espero que Dios Altísimo conceda a todos esa suerte.

En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso, juro por la época que, en verdad, el ser humano va hacia su perdición, excepto aquellos que creen y realizan buenas acciones y se aconsejan unos a otros la Verdad y se aconsejan unos a otros la paciencia (Sagrado Corán, 103).

Segundo sermón

En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso.

Alabado sea Dios, Señor de los Mundos, y vayan las bendiciones y la paz con nuestro maestro Muhammad y su familia inmaculada, en especial para Alí, Príncipe de los Creyentes; para la veraz y pura Fátima al-Zahra, señora de las mujeres de los mundos; para Hasan y Husain, señores de los jóvenes del paraíso; para Alí ibn al-Husain Zain al-Abidín, Ornamento de los Siervos de Dios; para Muhammad ibn Alí, para Yaafar ibn Muhammad, para Musa ibn Yaafar, para Alí ibn Musa, para Muhammad ibn Alí, para Alí ibn Muhammad, para Hasan ibn Alí y para el sucesor que se alzará, Al-Mahdi. Vayan con todos ellos las bendiciones de Dios. Benditos sean los Imames de los musulmanes, defensores de los desvalidos y guías de los fieles.

Una de las características del bendito mes del Ramadán es el fortalecimiento de las voluntades. Una importante y gran virtud del ayuno es que fortalece su voluntad. La voluntad es una herramienta colocada por Dios Altísimo en el ser de todos los seres humanos para que actúen y avancen. Esa energía, que durante el mes del Ramadán se ha visto reforzada y potenciada, debe emplearse después de este mes en el sentido de la satisfacción divina, en el camino del progreso, en la dirección marcada por el Creador Altísimo para todos los seres humanos. A la sociedad islámica le incumbe la responsabilidad de ese camino, de allanarlo y de facilitar el avance por él. Los responsables del país han de aprovechar ese medio. Es mediante ese fortalecimiento de la voluntad que pueden superarse los escollos y resolverse los grandes problemas del país: con fuerza de voluntad, con esa notable herramienta que Dios Altísimo ha puesto a su disposición.

Una línea de actuación de importancia fundamental es la colaboración entre todos los responsables de los tres poderes del país, quienes gracias a Dios están aquí presentes, igual que toda la gente que gracias a Dios está presente o bien oirá después estas palabras en todo el país: los tres poderes deben estar en concordia, cooperar y aunar fuerzas. La Constitución establece un orden adecuado para la formación de esos tres poderes. Si colaboran los tres plenamente, no se atascarán los asuntos ni surgirán problemas. No se estorben. Allánense y ábranse el camino unos a otros. Los propios responsables del país —y en esta reunión hay presentes tanto representantes en la Asamblea como directivos del Poder Ejecutivo y del Judicial— son conscientes de cómo puede lograrse esa cooperación, colaboración y concordia. Esta es hoy una línea general de actuación.

Otra línea de actuación importante es concentrarse en resolver los problemas, sin distraerse ni dedicarse a cuestiones marginales. Las cuestiones marginales se crean, y no es siempre el enemigo quien lo hace. A veces, por descuido o por factores y motivaciones diversos, se crea alguna cuestión marginal en torno a una tarea, a una dinámica, a una persona o un directivo. No se entretengan con esas cuestiones marginales. Ni la gente debe dar importancia a tales cuestiones ni los responsables entretenerse con ellas. Hay que concentrarse en las cuestiones fundamentales del país.

De nuestro querido pueblo cabe esperar que, gracias a la bendición del mes del Ramadán y a los grandes logros hechos en este mes, mantenga su unidad. Gracias a Dios, desde el comienzo de la Revolución, cuando el gran imam Jomeiní insistía sin cesar en la unidad del pueblo en sus luminosas palabras, nuestro pueblo ha estado unido y en numerosas ocasiones esa unidad ha abierto para la gente vías arduas; se han superado con ella difíciles escollos y se ha mostrado el camino. Esa unidad debe preservarse. El enemigo se opone a la unidad del pueblo de Irán, se opone a que estén ustedes unidos, se opone a la unanimidad de la nación. El enemigo desea que la gente combata entre sí y que se pelee por diferencias de convicción y de estilo. En una sociedad, hay estilos de actuación distintos, hay ideas distintas, hay perspectivas distintas sobre las cosas. Sea, no pasa nada. Todos han de vivir codo con codo, trabajar juntos, ser amables los unos con los otros; que haya indulgencia entre la gente. Deben neutralizarse las ideas engañosas que inspira el enemigo para que la gente se mire con recelo o bien recele de los responsables esforzados del país.

Antiguamente, los colonizadores penetraban en los países mediante la acción militar. Cuando un colonizador quería tomar un país musulmán, penetraba en él con fuerzas militares y lo tomaba. Esa táctica, ese modo de actuar no funciona ya hoy, y los enemigos del Islam han entendido que con la fuerza militar no se puede hacer nada. Ya en estos últimos tiempos lo ha experimentado Estados Unidos en Afganistán y en Irak. Vieron que con la fuerza militar no les salían las cosas y cambiaron de estrategia. Optaron por otra vía. Lo que hacen hoy consiste en fingir, en adulterar, en mentir, en embaucar, en simular, en humillar a los pueblos, en que los pueblos recelen de sí mismos, en ocultar las capacidades, las excelencias y las virtudes de los pueblos. Hoy las tácticas son esas. Todos debemos ser conscientes de ello y saberlo. Hace unos días (1), dije que debíamos estar al día en el conocimiento del modo de actuar del enemigo, de sus tácticas y sus métodos de agresión. Hay cosas que hace diez o veinte años es posible que las hicieran, pero que hoy ya no las hacen. Tienen otros métodos. Debemos dar con la manera de neutralizar esos métodos. El pueblo, gracias a Dios, está alerta y es inteligente. Ustedes han derrotado al enemigo hasta el día de hoy y, Dios mediante, lo seguirán derrotando en lo sucesivo.

En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso. Cuando lleguen el auxilio de Dios y la victoria y veas a los seres humanos entrando en la religión de Dios en oleadas sucesivas, glorifica con alabanzas a tu Señor y busca Su perdón. En verdad, Él acepta al que se arrepiente (Sagrado Corán, 110).

Con ustedes la paz, la misericordia de Dios y Sus bendiciones.

Notas

(1) Véase el discurso del encuentro con estudiantes y representantes de organizaciones estudiantiles del 18 de abril de 2023.