En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso (1).

Al-hamdu li-l-Lah Rabbi-l-Alamín wa-s-salatu wa-s-salam ala sayídina Muhámmad wa ala álihi-t-tahirin sáyama Baqíati-l-Lah fi-l-Ardain (2).

En primer lugar, déjenme presentar mis saludos y respetos a todas sus señorías y amigos del Decimocuarto Gobierno en su conjunto; tanto a los directivos en activo como a los empleados activos, especialmente a los de aquellos organismos que tuvieron un papel en esa prueba de doce días a quienes ya se ha referido el doctor Pezeshkián, como el Ministerio de Sanidad o algunos otros lugares. Estamos informados de cómo se sacrificaron, verdaderamente, durante esos doce días. A todos les damos las gracias.

Expreso un agradecimiento especial al excelentísimo presidente por el intenso y útil trabajo que realiza; ese modo de trabajar, con esa motivación y con ese ánimo, es exactamente lo que necesita el país. En particular, ha sido extremadamente positivo su reciente viaje a China, que en potencia —no digo en acto— sienta las bases para los grandes acontecimientos que necesita nuestro país, tanto en el ámbito económico como en el político. Él ha sentado esas bases con su viaje, que felizmente ha tenido sus logros, los cuales Dios mediante han de ser objeto de seguimiento.

Antes de entrar en materia, había apuntado algo al final de mis notas que considero apropiado mencionar ahora, al principio; y es que aquellos de los estimados responsables del país que hablan con la gente han de transmitir el poderío, la fortaleza y las capacidades de la nación, como ha hecho él mismo (3) en las palabras que ha pronunciado hoy; no se hagan narradores de debilidades. Sí, claro que tenemos debilidades, tenemos defectos, tenemos carencias. ¿Qué país no los tiene? Pero tenemos también fortalezas, tenemos capacidades, se han hecho cosas, se han realizado esfuerzos; transmitamos eso, digámoselo a la gente.

En este ámbito tiene una responsabilidad la prensa, tiene una responsabilidad la radio y televisión y, más que nadie, tienen un deber los propios responsables del gobierno, al situarse ante un micrófono delante de la gente, de no hacerse narradores de debilidades, de incapacidades, de desesperanza y cosas por el estilo. El señor presidente ha hablado ahora durante aproximadamente media hora, y todos los puntos [de su intervención] han sido sobre fortalezas. Por supuesto, un servidor está familiarizado con los temas ejecutivos; he estado años en el ejecutivo y sé que la distancia entre querer algo, tomar decisiones y que salgan las cosas no es poca —esto lo sabemos todos—. Pero el querer uno, estar motivado, tener resolución y albergar la esperanza de que va a poder hacer algo es una parte importante de lo que lleva a que los deseos se materialicen. Esta era una consideración necesaria y yo doy las gracias de veras por sus palabras al doctor Pezeshkián.

Y a nuestros queridos amigos aquí presentes, les digo: aprovechen la oportunidad de servir a la gente. En primer lugar, esta oportunidad no se le da a todo el mundo; y en segundo lugar, no se da siempre. Ustedes y yo tenemos una responsabilidad, una tarea; tenemos un campo de acción en el que podemos avanzar, trabajar y servir a la gente durante unos años, y durante ese tiempo podemos hacer que Dios esté satisfecho de nosotros; no lo dejemos escapar. Aprovechemos cada hora de este tiempo nuestro de vida de servicio. Si esta recomendación la llevamos a la práctica y se hace realidad, y no nos dedicamos a duplicar esfuerzos, al ocio, al mínimo esfuerzo o a distraernos con otros asuntos, en mi opinión y como se ha dicho ahora, los problemas se resolverán, y se resolverán a corto o medio plazo; no pensemos que vaya a haber que esperar años, por decir algo. Especialmente en lo que respecta a estas cuestiones económicas y a los asuntos relacionados con el sustento de la gente, se debe actuar con mucha más diligencia.

Y no esperemos cambios externos. En el mundo, en el ámbito de la política, de la diplomacia, se producen acontecimientos; pero no nos quedemos esperándolos. Hagamos nuestro trabajo. Aquellos cuya responsabilidad son esas tareas las llevarán a cabo; nosotros, cumplamos con nuestra obligación. Hagamos que el espíritu de trabajo y esfuerzo prevalezca sobre el estado de ni guerra ni paz que el enemigo quiere imponernos. Uno de los perjuicios y peligros que existen para el país es precisamente este estado de ni guerra ni paz que, en definitiva, no es bueno; no es un ambiente favorable. Con nuestras palabras, con nuestros actos, mostrando resultados, hagamos que prevalezca el espíritu de trabajo, el espíritu de esfuerzo, de determinación y de motivación sobre ese estado.

Una obligación importante de los gobiernos es fortalecer los componentes del poder y la dignidad de la nación. En todo el mundo es así: es obligación de todos los gobiernos fortalecer los componentes del poder nacional, el más importante de los cuales es el estado de ánimo, la motivación, la unidad de la nación; en otras, palabras, si quisiéramos clasificar los componentes del poder, el más importante es que la nación esté unida, que tenga moral, que tenga esperanza, que esté motivada. Nosotros debemos, en nuestro desempeño, en nuestro hablar, en nuestra adhesión a nuestras obligaciones, generar en la nación ese estado de ánimo y, si existe, fortalecerlo e impedir que decline.

En las tareas, debe prestarse atención a las prioridades; hay mucho por hacer y, por regla general, la capacidad —tanto financiera como humana— es menor que la necesidad de la tarea que se debe realizar. Hay que identificar las prioridades, siendo uno de los criterios la urgencia, y otro el carácter infraestructural; lo prioritario es eso. Unas tareas son urgentes y otras son de carácter infraestructural; son esas las prioritarias, son esas las prioridades que se deben atender. Y una de las líneas principales del trabajo de dirección es precisamente poder uno discernir e identificar las prioridades.

Aprovecho para dar las gracias al doctor Aref (4), de quien me constan sus reuniones de seguimiento de las tareas que se deciden; no se olvide ni pase desapercibido eso, especialmente. Él hace verdaderos esfuerzos, trabaja, y estamos informados de la amplia actividad que despliega en ese sentido.

Los gobiernos son responsables de atender las necesidades comunes y públicas de la gente; esas necesidades comunes que los gobiernos tienen el deber de satisfacer, como el sustento, la seguridad, la salud, la cultura y estilo de vida, el medio ambiente, etc. En esas cosas, tenemos que identificar las prioridades; ver, dentro de estos rubros básicos, cuáles son prioritarios y, de ellos, qué sección tiene prioridad. Bien, ustedes saben que el sistema islámico se creó fundamentalmente para plasmar las enseñanzas y los preceptos del Islam; quienquiera que diga lo contrario falta a la verdad. Desde el primer día, la orientación del gran imam [Jomeiní] fue que se debe trabajar por Dios, para materializar los objetivos divinos, las enseñanzas de Dios, los preceptos de la religión; lo dijo a la gente, y la gente se alzó y actuó principalmente por motivos religiosos. Por tanto, en el sistema islámico se trabaja por Dios, para hacer realidad esas cosas.

Uno de los aspectos más importantes en el que deseo hacer hincapié es el tema del seguimiento; seguimiento. A veces ese seguimiento se hace al nivel del presidente, lo cual, gracias a Dios, tiene lugar; él hace un verdadero seguimiento por medio de esos viajes provinciales, del contacto con la gente, visitando los ministerios y manteniendo una comunicación cercana con empleados y altos directivos. Ese seguimiento es muy valioso y muy provechoso; pero no es solo eso: el seguimiento debe hacerse en el cuerpo administrativo, tienen que acometerla los directivos intermedios. A veces ustedes, como ministros, toman una decisión, en la que además creen y desean que se lleve a cabo; dan la orden y su viceministro se la transmite a un director, pero al pasar por dos o tres intermediarios, el asunto se va diluyendo continuamente hasta desaparecer por completo, y cuando llega al final de la cadena, ¡no queda nada! Cuando el trabajo lo debe realizar el final de la cadena, lo tienen que hacer las manos; los cerebros solo dan órdenes. El seguimiento es importante; dar seguimiento a los asuntos hasta el final de la cadena, hasta el resultado, hasta el final; ya que existen preferencias personales.

Hoy, por fortuna, existe en el país la posibilidad de crear un consenso; hoy es así. Los jefes de los tres poderes están unidos, piensan igual y están listos para actuar; y muchas de las instancias decisorias, de formulación de políticas, están alineadas. Crear consenso parece a mi juicio hoy más fácil que en el pasado. Hay que aprovechar esta oportunidad, impulsar las tareas en las que hay consenso y avanzar; y realmente son tareas importantes. De esos puntos que ha mencionado, uno era el del aligeramiento de la estructura del gobierno; reducir algunos organismos de los que da igual o casi igual si existen o no; reducir el número de empleados de organizaciones, de ministerios, de instituciones. Estas son tareas importantes, además de ser tareas difíciles —no son fáciles—, pero hoy hay concordia y esas cosas se pueden hacer; esas tareas se tienen que realizar, hay que hacerlas. Se trata de una gran oportunidad. Se interponen algunas diferencias de opinión, ciertos obstáculos; hay que superarlos.

En cuanto a la economía, que es un asunto importante del país, tengo algunas recomendaciones que quisiera exponer. Por supuesto, habría mucho que decir; como se ha mencionado, hay mucho que decir, muchos temas, pero hay que conformarse con lo mínimo.

El primer asunto es la reactivación de las unidades productivas; aquellos que tienen conocimiento y comprenden los temas de la economía real, la economía práctica, coinciden todos en que la clave del progreso económico del país es la producción. Ocúpense de ella, reactiven las unidades productivas. Bien, se ha señalado que algunas fábricas tienen cortes de electricidad; en algunos lugares hay una emergencia, pero allá donde no la haya, la producción debe tomarse en serio. Esta es mi primera recomendación.

Mi segunda recomendación es asegurar el suministro puntual de productos básicos; es uno de los problemas del país. En algunos casos ha sucedido que el responsable correspondiente nos ha informado —¿por qué a nosotros? ¡No lo sé!— de que, de tal producto, un producto de primera necesidad importante, debería haber existencias para tanto tiempo, pero solo las hay para la tercera parte de ese tiempo. No quiero señalar plazos concretos, pero eso es un peligro. Debemos contar con un suministro puntual de los productos básicos y debe vigilarse constantemente que las reservas de las mercancías estén al nivel requerido.

Existen riesgos potenciales que no siempre podemos predecir en su totalidad; a veces surge un problema: un producto que ahora se puede importar, quizá en otro momento no sea posible importarlo. Debemos pensar en esas cosas; debemos considerar esos riesgos. De manera que las existencias de productos básicos del país deben ser totalmente fiables. Si los productos básicos para el país se suministran a tiempo, eso tiene un efecto directo en la mesa de la gente; dejará de haber subidas de precios circunstanciales y arbitrarias en el mercado y la seguridad alimentaria no se verá amenazada. Un asunto es este.

Respecto de los productos básicos, algo que se plantea desde hace unos años es hacer competitiva la importación de productos básicos. La importación de algunos bienes de primera necesidad es monopolística y los monopolios son malos; hacen que los organismos queden con las manos atadas. Habría que esforzarse por crear una situación competitiva tanto en relación con los países de origen de las importaciones como con aquellos encargados de gestionarlas; eso ayudaría a la importación de productos. Se dice que, si creamos esa competitividad, además de bajar los precios en divisas de las compras en el exterior, se reducirán también los precios en riales en el interior, lo cual sería una gran noticia; es un asunto muy importante.

En definitiva, la cuestión del sustento de la gente es uno de los asuntos más importantes del país; como ha dicho ahora el señor presidente, debemos disponer las cosas para que la gente pueda aprovisionarse de cierto número de productos básicos—digamos unos diez productos o algo menos—sin preocuparse por aumentos de precios; no que hoy tengan un precio y mañana, debido a la inflación, el precio se duplique o casi. Ahora se habla de cupones de alimentos, y aquellos que son expertos, que están familiarizados con el asunto, están de acuerdo; a un servidor, al no estar involucrado en esta cuestión, le parece que es algo que debe desarrollarse. Y se dice que existen condiciones para utilizar cupones electrónicos; es decir, que ya existe la infraestructura y se puede usar para, por ejemplo, disponer que la gente pueda adquirir sin preocupación y a precio fijo una decena de artículos. Y esta es otra recomendación en este ámbito. Sobre el resto de productos, se debe pensar algo para disciplinar el mercado; que la gente no sienta que el mercado está abandonado a su suerte; que hoy hay un precio, y mañana ese precio ha subido de manera disparatada; o que en un sitio hay un precio y en otro, ¡otro distinto! Una situación así de abandono del mercado a su suerte, socava la moral de la gente; no debe haber esa sensación.

Sobre el almacenamiento de productos señalado, no está de más decir que entre los asuntos importantes están las reservas de gas para el invierno. Debe actuarse desde ahora, importando gas y con acciones similares, de manera que en invierno no haya problemas de gas en el país; está, en ese sentido, Turkmenistán, como están otros lugares con los que se pueden hacer esas cosas.

Otro de los asuntos importantes es la cuestión de la vivienda, que es verdaderamente uno de los problemas fundamentales. A nosotros nos llegan sugerencias que, como no somos los ejecutores, como la tarea no está en nuestras manos, derivamos a los responsables.  Sobre la resolución del problema de la vivienda —o su resolución relativa, aunque no sea completa—, se nos hacen ciertas sugerencias. Bien, que los responsables competentes las escuchen, les den seguimiento y, Dios mediante, las hagan fructificar.

Otra cuestión es la del petróleo. Se ha mencionado ahora que han aumentado tanto la producción como las exportaciones; pero, aun así, la producción de petróleo, con la importancia que tiene para la economía del país —que es obvia—, es baja. Nuestros métodos de producción de petróleo son métodos anticuados; los equipos están anticuados, están anticuados los métodos y tenemos un gran retraso respecto a muchos lugares petroleros del mundo, cuando sin duda hay cosas sustanciales que pueden hacerse hoy por medio de aquellos de nuestros jóvenes estudiantes y graduados que han trabajado en el sector de los hidrocarburos; hay que recurrir a ellos. En este campo, con gobiernos anteriores tuvimos un problema con una cuestión; el asunto era complicado, vinieron a vernos un par de universitarios y nos dijeron que lo resolverían. Yo los envié al ministro del Petróleo, y más adelante el ministro dijo que el problema estaba resuelto. Es decir, que unos cuantos jóvenes estudiantes, unos cuantos jóvenes graduados quizás puedan provocar una transformación en los métodos de producción, de extracción de petróleo, etc. Respecto a la exportación de petróleo, ciertamente necesitamos tener más dinamismo; el asunto de la multiplicidad y la diversidad de clientes en el petróleo es un tema importante del que, Dios mediante, hay que ocuparse.

Quisiera hacer también una recomendación relacionada con el despilfarro. ¡De verdad que nosotros despilfarramos! Hace algunos años, un servidor centró el lema del año en la idea de no despilfarrar —ahora no recuerdo el lema preciso (5)—, para que la gente no despilfarrara. Pues vinieron y me dijeron que quienes más despilfarran éramos nosotros, que el gobierno despilfarraba más que nadie, y vi que decían la verdad; tanto en el campo de la electricidad, como en el del gas, el del agua, el de la construcción, el de los viajes, etc., hay despilfarro. ¿Qué necesidad hay de viajes innecesarios? Muchos viajes simplemente no son necesarios en absoluto. Y menos, ¡viajar con el doble o el triple de los acompañantes necesarios! ¿Qué necesidad hay? Si se va a viajar a un lugar, por ejemplo, que sea con un número reducido de personas cuya presencia sea imprescindible. O bien, esas estancias en hoteles caros en el lugar al que se ha viajado… Eso es derroche y despilfarro, y esos derroches no deben cometerse. Al fin y al cabo, cuando escasean los ingresos, deben también reducirse los gastos:

Ya que no tienes ingresos, sé más medido en el gasto,
que ya dice el cantar del marinero:
«Si en el monte no cae la lluvia,
en un año es el Tigris cauce seco»
 (6).

Se deberían asegurar primero los recursos, y luego pensar en gastar.

Nuestra última observación tiene que ver con Gaza y con los crímenes sin precedentes que está cometiendo el sionismo maldito. Queda uno queda verdaderamente asombrado ante tanto crimen y tanta atrocidad, ¡y ni siquiera se avergüenzan! Lo dicen abiertamente, que lo van a hacer, que lo quieren hacer, y lo hacen. A eso hay que ponerle remedio. Sí, es cierto, Estados Unidos lo respalda, y Estados Unidos es una gran potencia; de eso no cabe duda. Pero existen formas de enfrentar esta situación. Los países disconformes, entre los cuales hoy hay países islámicos y no islámicos, deben —especialmente los islámicos— cortar sus relaciones comerciales con el régimen sionista por completo, y deben incluso cortar también las relaciones políticas; aislarlo. El pérfido régimen sionista es hoy por otra parte el gobierno más aislado y más odiado del mundo; no cabe duda al respecto. Sin embargo, se puede hacer más; hay que cerrarle las vías. Esta es un deber que recae sobre todos los gobiernos. A mí me parece que esa debe ser una de las líneas principales de nuestra diplomacia: recomendarlo a los gobiernos, instarlos a que corten sus relaciones; primero y prioritariamente, las relaciones comerciales, y secundariamente cortar las relaciones políticas.

Quisiera aprovechar para dirigir unas palabras a aquellos que manejan la palabra y la pluma, y es que aquellos que escriben en los periódicos, que escriben artículos, que hacen declaraciones en la radio y televisión o que hacen declaraciones en el espacio virtual, traten de no hablar en perjuicio de su país; no sean narradores de las debilidades de su país, transmitan a la gente sus fortalezas —los puntos fuertes que existen realmente, las capacidades que de verdad existen—. Digan eso a la gente.

Quiera Dios Altísimo otorgarles a todos ustedes el éxito, prestarles Su auxilio y permitirles desempeñar su gravoso y crucial deber de manera óptima. Rezo por ustedes.

Con ustedes la paz, la misericordia de Dios y Sus bendiciones.

Notas

(1) Al comienzo del encuentro, presentó un informe el presidente de la República Islámica, Masud Pezeshkián.

(2) Alabado sea Dios, Señor de los mundos, y vayan las bendiciones y la paz para nuestro maestro Muhammad y su familia pura, en especial para el Imam de la Época.

(3) El presidente Pezeshkián.

(4) Mohammad Reza Aref, vicepresidente primero de la República Islámica.

(5) Corregir el modelo de consumo. Véase el mensaje del Líder Supremo de la Revolución Islámica con ocasión del año nuevo iraní (Nouruz).

(6) Saadí. Golestán, capítulo séptimo.