Expreso un agradecimiento especial al excelentísimo presidente por el intenso y útil trabajo que realiza; ese modo de trabajar, con esa motivación y con ese ánimo, es exactamente lo que necesita el país. En particular, ha sido extremadamente positivo su reciente viaje a China, que en potencia —no digo en acto— sienta las bases para los grandes acontecimientos que necesita nuestro país, tanto en el ámbito económico como en el político. Él ha sentado esas bases con su viaje, que felizmente ha tenido sus logros, los cuales Dios mediante han de ser objeto de seguimiento.
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Otra cuestión es la del petróleo. Se ha mencionado ahora que han aumentado tanto la producción como las exportaciones; pero, aun así, la producción de petróleo, con la importancia que tiene para la economía del país —que es obvia—, es baja. Nuestros métodos de producción de petróleo son métodos anticuados; los equipos están anticuados, están anticuados los métodos y tenemos un gran retraso respecto a muchos lugares petroleros del mundo, cuando sin duda hay cosas sustanciales que pueden hacerse hoy por medio de aquellos de nuestros jóvenes estudiantes y graduados que han trabajado en el sector de los hidrocarburos; hay que recurrir a ellos. En este campo, con gobiernos anteriores tuvimos un problema con una cuestión; el asunto era complicado, vinieron a vernos un par de universitarios y nos dijeron que lo resolverían. Yo los envié al ministro del Petróleo, y más adelante el ministro dijo que el problema estaba resuelto. Es decir, que unos cuantos jóvenes estudiantes, unos cuantos jóvenes graduados quizás puedan provocar una transformación en los métodos de producción, de extracción de petróleo, etc. Respecto a la exportación de petróleo, ciertamente necesitamos tener más dinamismo; el asunto de la multiplicidad y la diversidad de clientes en el petróleo es un tema importante del que, Dios mediante, hay que ocuparse.
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Nuestra última observación tiene que ver con Gaza y con los crímenes sin precedentes que está cometiendo el sionismo maldito. Queda uno queda verdaderamente asombrado ante tanto crimen y tanta atrocidad, ¡y ni siquiera se avergüenzan! Lo dicen abiertamente, que lo van a hacer, que lo quieren hacer, y lo hacen. A eso hay que ponerle remedio. Sí, es cierto, Estados Unidos lo respalda, y Estados Unidos es una gran potencia; de eso no cabe duda. Pero existen formas de enfrentar esta situación. Los países disconformes, entre los cuales hoy hay países islámicos y no islámicos, deben —especialmente los islámicos— cortar sus relaciones comerciales con el régimen sionista por completo, y deben incluso cortar también las relaciones políticas; aislarlo. El pérfido régimen sionista es hoy por otra parte el gobierno más aislado y más odiado del mundo; no cabe duda al respecto. Sin embargo, se puede hacer más; hay que cerrarle las vías. Esta es un deber que recae sobre todos los gobiernos. A mí me parece que esa debe ser una de las líneas principales de nuestra diplomacia: recomendarlo a los gobiernos, instarlos a que corten sus relaciones; primero y prioritariamente, las relaciones comerciales, y secundariamente cortar las relaciones políticas.