«Si los negros merecen o no piedad alguna por parte de los pioneros ocupantes es una cuestión no resuelta, pero que no obtienen ninguna es seguro. Son una raza condenada y, antes de que pasen muchos años, habrán sido erradicados de la tierra» (Harold Finch-Hatton, 1885).
Cuando se menciona la palabra «genocidio», uno de los primeros países en que se piensa es Australia. Ello se debe en buena parte a la investigación realizada por Ronald Wilson, de la Comisión para los Derechos Humanos y la Igualdad de Oportunidades, que sacó ese genocidio a la luz y lo situó bajo los grandes focos de atención. En su informe, sir Ronald denunciaba que Australia violaba el derecho internacional.
Matar y maltratar aborígenes australianos era un hábito distintivo de los dinki-di angloparlantes australianos.
«Tanto la Carta de las Naciones Unidas de 1945 como la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 y la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial de 1965 impusieron a Australia obligaciones en relación con la eliminación de la discriminación racial», reza el informe (1).
Si bien el dominio colonial británico sobre cualquier otra parte del mundo ha estado marcado por la misma intención genocida contra los pueblos autóctonos, el caso de Australia ha atraído una atención particular. La política británica estaba basada en la supremacía de los blancos y en que la raza aborigen se extinguiría antes o después. Esa orientación se intensificó al obtener Australia la independencia de Reino Unido.
Colección de cabezas de nativos de Nueva Zelanda de un colono en 1895.
Los pueblos indígenas de Australia vivieron en el continente más de 65 000 años antes de que, en 1788, llegaran allí los colonos ingleses. Según la estimación de 1993 de N. G. Bultin, en ese año, cuando los británicos comenzaron a colonizar el continente, había entre 1 y 1,5 millones de aborígenes. Sin embargo, en 1901 quedaban menos de 100 000. Esa gran reducción de la población autóctona australiana se llevó a cabo mediante programas oficiales genocidas que abarcaban episodios de enfermedades, supresión de recursos y matanzas (2). Los colonizadores ingleses y sus descendientes se apoderaron de la tierra de los nativos, a los que expulsaron privándolos de sus recursos alimentarios y cometiendo masacres genocidas.
Conforme al Artículo 2 de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948 de las Naciones Unidas, firmada por Australia, el genocidio se define de la siguiente manera:
«a) Matanza de miembros del grupo;
b) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo;
c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial;
d) Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo;
e) Traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo». (3)
Un examen atento de la situación —ya se trate del desarrollo histórico o del momento presente— revela que, tanto antes como después de su independencia, el Gobierno australiano ha llevado a la práctica, en el trato a sus minorías, todos los puntos arriba señalados. Los invasores británicos atacaron en realidad 85 países en el continente australiano, constituyendo 30 de esos casos genocidio contra la población nativa del territorio (4).
En 1788, tiempo antes de la invasión británica, había en Australia entre 350 y 750 grupos étnicos diferentes catalogables, a grandes rasgos, como pueblos indígenas. Cada uno de ellos hablaba su propia lengua o dialecto, de los que solo 150 han sobrevivido hasta hoy. Además, unas 20 lenguas nativas australianas están actualmente al borde de la extinción, a causa del genocidio físico y cultural continuados de las sociedades autóctonas subsistentes (5).
El Instituto Australiano de Estudios Aborígenes y de Isleños del Estrecho de Torres publicó un informe en 1999 que ahondaba en el genocidio perpetrado en Australia, escrito por el profesor Colin Tatz, director del Centro de Estudios Comparativos sobre Genocidios, de la Universidad Macquarie de Sidney.
El informe aporta abundante material que muestra que los atropellos cometidos en Australia por los británicos pueden ser considerados genocidio. Pese al incremento de la población aborigen australiana desde 1911, sus condiciones de vida siguen siendo de pobreza y muy opresivas. El informe indica que enfermedades como la cardiopatía isquémica, el cáncer, la diabetes y las infecciones respiratorias están mucho más extendidas entre los aborígenes, cuya esperanza de vida está en los 50-55 años para los varones, y en torno a 55 para las mujeres. El índice de desempleo de los aborígenes triplica al de los australianos no aborígenes: 22,7 % frente al 8,1 %. Los aborígenes suficientemente afortunados para encontrar trabajo obtienen ingresos un 25 % menores al ingreso medio. De acuerdo con el informe, entre 1824 y 1908 se mató en Queensland a unos 10 000 aborígenes.
«Considerados “animales salvajes”, “alimañas”, “apenas humanos”, “repugnantes a la humanidad”, “detestables” y “un estorbo”, eran presa lícita para “deportistas” blancos» (6).
Hasta la década de 1960, los aborígenes de Australia estaban regidos por la Ley de Flora y Fauna, que los clasificaba como animales, no como seres humanos.
Aunque los aborígenes constituyen en torno al 3 % de la población australiana, suponen un inmenso 27,3 % de la población carcelaria del país (7). Además, la tasa de encarcelamiento no deja de aumentar entre los pueblos autóctonos (8).
Se encerraba a los aborígenes entre vallas, como si fueran animales salvajes. Tal modo de segregación buscaba asegurar que nadie entrara o saliera. Además de ello, la política británica estaba centrada en asimilar a los pueblos nativos a las maneras inglesas. Tatz señala que, «conforme a la victoriana Ley de Protección de los Aborígenes de 1886, la ayuda estaba restringida a los de raza pura y los mestizos de edad superior a 34 años. Todos los demás, al margen de su estado civil o sus hermanos, fueron expulsados por la fuerza de las misiones y las reservas. Los niños no fueron exentos, sino que fueron reubicados junto con padres adoptivos blancos o en hogares de mestizos o asimilados».
Las directrices de asimilación que existen aún hoy tienen por objeto la desaparición de los aborígenes. En 1937, 1951 y 1961, se volvieron a ratificar directrices oficiales de asimilación contrarias a los pueblos autóctonos. En tales directrices, términos tales como «criarlos blancos» muestran con claridad que la intención era hallar una solución biológica, lo que constituye una forma de genocidio.
En la misma línea de la política de asimilación estaba la norma de quitar a niños nativos australianos a sus padres para educarlos en hogares de adopción blancos, alejados de sus raíces y su cultura. De esa manera, los niños crecerían con un estilo de vida inglés desde su más tierna edad. Este oscuro período de la historia humana —que ocurrió entre 1910 y 1970— es llamado «período de las generaciones perdidas». En él, hasta 100 000 niños aborígenes fueron raptados de sus familias y forzados a vivir en condiciones lamentables, en «hogares» que no eran tales. Además del alejamiento forzoso de los niños, que era la piedra angular de la aniquilación de las lenguas y dialectos indígenas sobrevivientes, se alentaba a los niños a abandonar y negar su legado y lengua aborígenes, y adoptar formas occidentales. Y, además del aislamiento de sus familias, los niños sufrían también agresiones sexuales. Las medidas adoptadas tenían su fundamento en la teoría de la superioridad de los blancos, y en que la población nativa acabaría por extinguirse.
La retirada forzosa de niños aborígenes de sus familias se seguía llevando aún a cabo cuando este artículo estaba siendo escrito. John Pilger, un cineasta nacido australiano y escritor en Truth-Out.org, sostiene que, en junio de 2013, habían sido «retirados» de su entorno familiar cerca de 14 000 niños aborígenes, continuando una línea de acción colonial con un siglo de historia. Si persiste al ritmo actual, «esta remoción forzosa de niños aborígenes tendrá como resultado una generación robada de más de 3300 niños, tan solo en el Territorio del Norte», escribe Pilger (9).
Australianos protestan por el genocidio de los aborígenes en el Día de la Invasión.
Por supuesto, la remoción forzosa de niños aborígenes no pretendía darles un futuro mejor, dado que, en comparación con los australianos blancos, recibieron un nivel de instrucción inferior o, en ocasiones, ninguna instrucción. Según el Comité Nacional del Día de la Disculpa:
«En Australia Occidental, por ejemplo, una vez que los removían, los niños eran a menudo colocados en albergues, formados como jornaleros agrícolas o sirvientes domésticos, y a los 14 años se los enviaba a trabajar» (10).
Este injusto trato a los aborígenes está relacionado con el hecho de que los nativos, que constituyen apenas un 3 % de la población de Australia, sean una cuarta parte de la población carcelaria del país (11).
Como prueba adicional de que las actitudes colonialistas del pasado no han desaparecido aún, debe resaltarse que el primer ministro australiano Anthony Abbott declaró que los australianos indígenas que seguían viviendo en sus tierras tradicionales propias, hablando sus lenguas nativas, seguían «opciones de estilo de vida», por lo que los contribuyentes australianos no debían subvencionarlos (12). La línea de acción australiana relativa a la remoción de la cultura nativa sigue en pie. De acuerdo con un estudio reciente, de 2009:
«A finales de 2008, el Gobierno del Territorio del Norte, apoyado por el Gobierno de la Mancomunidad, casi cerró en la práctica la instrucción bilingüe en escuelas indígenas de zonas apartadas al determinar que, durante las primeras cuatro horas lectivas, la lengua vehicular debía ser el inglés. Esa decisión podría significar la muerte de las lenguas indígenas en peligro que quedan en Australia» (13).
En Australia, estaba y está extendida la esterilización involuntaria de mujeres y niños aborígenes (14). Las mujeres indígenas australianas eran tachadas de impuras por los ocupantes británicos, teoría con la que se justificó su esterilización (15). Aún hoy, la esterilización de mujeres realizada en Australia es un gran motivo de preocupación para organizaciones internacionales como las Naciones Unidas, que, en noviembre de 2015, anunciaron, a propósito de ese país, que dicha práctica es una infracción flagrante de los derechos humanos (16).
Pese a todos los indicios palmarios de la existencia de un genocidio en curso de los aborígenes, el ex primer ministro australiano John Howard cree todavía que no ha habido tal crimen contra la humanidad (17). Tal declaración pone de manifiesto que, durante mucho tiempo, ha tenido lugar un encubrimiento histórico de la continuación de los horrendos crímenes cometidos en Australia contra las minorías. La negación de Howard revela además que el Gobierno de Canberra rechaza aún reconocer los derechos de las minorías de su territorio.
Aborígenes australianos piden a la ONU estatuto de refugiados.
Notas
(1) Sydney, Robert Milliken. Australia accused of genocide against aborigines. Independent [Internet], 24/05/1997 [Consultado el 06/05/2020].
(2) Jalata, Asafa. The Impacts of English Colonial Terrorism and Genocide on Indigenous/Black Australians. SAGE Open [Internet], 2013. [Consultado el 06/05/2020].
(3) Convención para la prevención y la sanción del delito de genocidio. Asamblea General de las Naciones Unidas, 09/12/1948. Accesible en: Comité Internacional de la Cruz Roja [Internet] [Consultado el 06/05/2020].
(4) Polya, Gideon. As UK Lackeys Or US Lackeys Australians Have Invaded 85 Countries (British 193, French 80, US 70). Counter Currents [Internet], 09/02/2015. [Consultado el 06/05/2020].
(5) Polya, Gideon. Abbott & Australian Aboriginal Ethnocide.
(6) Stone, Brett. Report details crimes against Aborigines. World socialist Web Site [Internet], 07/09/1999 [Consultado el 06/05/2020]. https://www.wsws.org/en/articles/1999/09/geno-s07.html.
(7) Korff, Jens. Aboriginal prison rates. Creative Spirits [Internet], 14/02/2020 [Consultado el 06/05/2020].
(8) Prisoners in Australia, 2019. Australian Bureau of Statistics [Internet], 12/11/2015 [Consultado el 06/05/2020].
(9) Australia Perpetuates Cultural Genocide Through Forced Removal of Aboriginal Youth. Indian Country Today Media Network [Internet], 27/03/2014 [Consultado el 06/05/2020].
(10) Stolen Generations History. National Sorry Day Committee [Internet], 24/05/2015 [Consultado el 05/03/2016].
(11) Indigenous Imprisonment Fact Sheet. Law Council of Australia [Internet] [Consultado el 06/05/2020].
(12) Medhora, Shalailah. Remote communities are 'lifestyle choices', says Tony Abbott. The Guardian [Internet], 10/03/2015 [Consultado el 06/05/2020].
(13) Caffery, Josephine, McConvell, Patrick and Simpson, Jane. Gaps in Australia's Indigenous language policy: dismantling bilingual education in the Northern Territory. Australian Institute of Aboriginal and Torres Strait Islander Studies [Internet], 12/2009 [Consultado el 06/05/2020].
(14) Huff, E. A. Australian children to be sterilized without parental consent under new eugenics law. Natural News [Internet], 08/03/2012 [Consultado el 06/05/2020].
(15) Bernard, A.-S. Aborigines and aboriginal women's identities in Australia: the damaging and painful meeting with others. Dépôt Universitaire de Mémoires Après Soutenance-Centre National de la Recherche Scientifique [Internet], 07/01/2014 [Consultado el 06/05/2020].
(16) Jabour, Bridie. UN examines Australia's forced sterilisation of women with disabilities. The Guardian [Internte], 10/11/2015 [Consultado el 06/05/2020].
(17) Davidson, Helen. John Howard: there was no genocide against Indigenous Australians. The Guardian [Internet] 22/09/2014 [Consultado el 06/05/2020].