...

Y ahora, la explicación sobre ese asunto nacional: la cuestión nuclear. Hay algunas palabras que debo decir sobre la cuestión nuclear para conocimiento del pueblo iraní. ¡Queridos míos! Irán, gracias al ingenio de sus jóvenes, gracias al empeño de sus científicos y con enormes esfuerzos, logró hacerse poseedor del ciclo completo del combustible nuclear. En otras palabras, nosotros somos hoy capaces de producir el combustible nuclear, desde la mina hasta la propia planta de energía, y seguir adelante. Esto es algo que han realizado nuestros jóvenes, que han realizado nuestros científicos. En todo el mundo, el número de países que poseen esta capacidad acaso no llegue al de los dedos de ambas manos. Pues eso ha conseguido la nación iraní.

Permítanme, en primer lugar, señalarles un punto: la industria nuclear no es solo para la energía. Algunos imaginan que la industria nuclear es solo para obtener electricidad limpia —y por supuesto, también es para eso—. Energía limpia y barata; eso se obtiene de la industria nuclear, pero no es solo eso. Esa es solo una parte de los beneficios de la industria nuclear.  La industria nuclear es una industria matriz; una industria matriz. Esto nos lo han explicado expertos, científicos y personas del oficio, y yo espero que también den más explicaciones a la gente.

Son múltiples los campos científicos que reciben influencia de la industria nuclear; múltiples campos científicos, incluidas sensibles tecnologías de precisión como las de los equipos médicos, el ámbito aeroespacial, sensores de precisión, electrónica… Todo eso está relacionado, es influenciado por la industria nuclear. Eso incluye ciencias básicas e ingenierías como la física nuclear, la ingeniería energética, la ingeniería de materiales; incluye aplicaciones médicas y farmacológicas, tanto para diagnóstico como para tratamiento; todo ello, influenciado por la industria nuclear. En la cura de ciertas enfermedades complicadas, es la industria nuclear la que marca la pauta; tanto para diagnóstico, como para tratamiento. Incluye industrias relacionadas con la agricultura e industrias relacionadas con el medio ambiente. Son numerosos casos de este tipo, que o bien dependen de la industria nuclear, o bien reciben influencia de ella. La industria nuclear es una industria matriz, una industria fundamental.

Pues bien, en la industria nuclear hay un aspecto que es clave, y ese aspecto es el enriquecimiento; el enriquecimiento de uranio; y es precisamente en ese enriquecimiento de uranio en lo que nuestros enemigos se han focalizado, donde han puesto el dedo. Ahora bien, la industria nuclear con toda su grandeza, si le falta la capacidad de enriquecimiento, es algo inservible, ya que para el combustible de nuestras centrales eléctricas tendríamos que extender la mano hacia otros [para pedírselo]. Eso es como su ustedes tuvieran petróleo en su país, ¡pero no tuviesen derecho a construir refinerías y producir gasolina! Como si tuvieran petróleo, pero hubiesen de comprar la gasolina a otro. Y ese país, si quiere, se la vende, al precio que ellos quieran; y si no quiere, no se la vende. Pone alguna excusa y no la vende: «Haz tal cosa, o no te doy gasolina». Ese es su objetivo.

Si nosotros tuviéramos cien centrales nucleares, pero nos faltase el enriquecimiento, no nos servirían de nada; porque una central nuclear necesita combustible, y si no podemos producir ese combustible dentro del país, tendremos que extender la mano hacia Estados Unidos, y ellos quizá pongan diez condiciones para darnos el combustible. De hecho, eso ya lo experimentamos. En la década de los años 2000, a propósito del combustible al veinte por cien, el presidente de Estados Unidos (6) hizo personalmente que mediaran dos de nuestros presidentes amigos para le dijeran a Irán que este les diera a ellos una parte de su uranio enriquecido al tres y medio por ciento, y ellos le darían el uranio al veinte por ciento que necesitaba. Nosotros necesitábamos el veinte por cien, los responsables aceptaron y se acordó el intercambio. Un servidor dijo que el intercambio debía hacerse de este modo: que ellos trajeran el veinte por cien a Bandar Abbás, nosotros lo verificaríamos para asegurarnos de que estaba bien, luego lo tomaríamos y les entregaríamos el tres y medio por cien. Cuando vieron que éramos minuciosos e insistíamos en recibir el veinte por cien, rompieron su promesa ¡y no lo entregaron! Claro que, durante aquel mismo tiempo, a la vez que nuestros responsables estaban ocupados en aquellas disputas políticas, nuestros científicos lograron producir el veinte por ciento por sí mismos dentro del país.

Lo primero que dicen los estadounidenses es: «Ustedes no tengan industria nuclear en absoluto»; que Irán no tenga industria nuclear, que necesite de ellos para los radiofármacos, que necesite de ellos para la energía, que necesite de ellos para las plantas desalinizadoras, que dependa de ellos en decenas de campos cruciales y, en definitiva, carezca de industria nuclear. Miles de científicos e investigadores formados en Irán —hoy tenemos miles de jóvenes científicos expertos en asuntos nucleares y afines, formados durante estos últimos años—; tendríamos que desilusionarlos a todos ellos, privarlos de empleo, sumirlos en la desesperanza sobre el futuro de nuestro país. Eso quieren los estadounidenses, eso es lo que demandan. Esa demanda repiten en múltiples formas los maleducados y descarados dirigentes de Estados Unidos. Están en contra del progreso de Irán; están en contra de la autosuficiencia de nuestra nación.

He dicho esto para que nuestro amado pueblo esté hasta cierto punto al corriente de la cuestión, si bien deben explicársela más. Nuestra respuesta a los desatinos del bullicioso e inepto gobierno de Estados Unidos está clara. Está claro qué respuesta vamos a dar. Un día, hace de esto ya unos años, un presidente de Estados Unidos (7) dijo: «Si pudiera, desarmaría tornillo a tornillo la industria nuclear iraní y la desmantelaría». Ahora bien, aquel admitió que no podía y, desde aquel día, los tornillos de nuestra industria nuclear se han ajustado con muchísima más fuerza. Reconoció que no podía desatornillarlos: «No puedo», dijo, «si pudiera, lo haría». Pues estos que están hoy en el poder —los sionistas y los estadounidenses—, que sepan estos también que no pueden; que, en este terreno, no pueden hacer absolutamente nada.

Ahora bien, antes de llegar a esas consideraciones, antes de esas explicaciones, lo primero sobre la cuestión nuclear que nosotros decimos a las partes estadounidenses y demás es: ¿Ustedes quiénes se creen que son? ¿Por qué se entrometen en si Irán debe enriquecer o no? ¿Qué les importa? Ustedes disponen de medios atómicos, tienen bombas atómicas, tienen ustedes la capacidad de crear una gran devastación a nivel mundial… ¿Qué les importa si Irán enriquece o no? ¿Si tiene industria nuclear o no la tiene? Esta es una nación cuyo destino está en sus propias manos; no es asunto suyo. ¿Quiénes son ustedes? ¿Desde qué posición jurídica dicen ustedes esas cosas? Eso es asunto nuestro. Y esto, en cuanto a la cuestión nuclear.

Mis últimas palabras son sobre los sobrecogedores crímenes del régimen sionista en Gaza; es algo realmente sobrecogedor. Uno no podía creer que esa gente tuviera planes tan criminales. Miren ustedes, estos antes lanzaban una bomba y destruían una o dos casas, y quizá alcanzaban el martirio diez o quince personas; pues les pareció que no, que era poco. ¿Y qué hacen? Pues ahora crean un centro que llaman «de distribución de alimentos» —ya que a Gaza no entran productos de alimentación—, la gente se abalanza para conseguir allá comida, y ellos, con una ametralladora, ¡eliminan a diez veces más que antes con las bombas! Matar gente les salía caro, y lo han abaratado. Tenían que gastar bombas, y ahora gastan balas. Es sobrecogedor, realmente lo deja a uno perplejo lo vil, pérfido, cruel y malvado que puede ser un ser humano para ser capaz de algo así. Eso sí, Estados Unidos también es cómplice en ese crimen; las manos de Estados Unidos están manchadas con esos crímenes. Es por ese mismo motivo que nosotros hemos dicho, hemos repetido e insistimos en ello: Estados Unidos debe abandonar esta región.

Quisiera decir también unas palabras a los gobiernos islámicos. Hoy, los gobiernos islámicos tienen graves responsabilidades. Quiero decirles claramente a los gobiernos que este no es momento para lisonjas, para contemplaciones ni para neutralidades; este no es el momento de permanecer callados. Si alguno de los gobiernos islámicos, en la forma y con la excusa que sea, apoya al régimen sionista —ya sea normalizando relaciones, cerrando el paso a la ayuda a Palestina o justificando los crímenes de los sionistas—, que tenga la certeza de que llevará por siempre sobre la frente la mancha de la ignominia. Por supuesto, están las cuentas en el otro mundo; está el Día del Juicio y está la retribución divina, que es muy severa, muy penosa —no podrán responder ante Dios—, pero no está solo la retribución en la otra vida. En este mundo, los pueblos no olvidarán este crimen. Y los gobiernos deben saber que a ningún gobierno le traerá seguridad apoyarse en el régimen sionista; no pueden obtener la seguridad apoyándose en el régimen sionista, porque el régimen sionista, por firme decreto divino, está colapsando y, Dios mediante, no durará mucho.

¡Oh Dios! ¡Acrecienta día a día Tus favores sobre el pueblo de Irán! ¡Aplasta y humilla a los enemigos del pueblo de Irán! ¡Oh Dios! ¡Haz realidad en el pueblo iraní las elevadas metas e ideales del gran imam [Jomeiní]! ¡Haz que el sagrado corazón del Imán de la Época (por él demos la vida) esté satisfecho de nosotros, del pueblo iraní, de todos sus servidores! ¡Eleva el purificado espíritu del gran imam [Jomeiní] a los más altos grados de los bienaventurados en Tu Paraíso!

Con ustedes la paz, la misericordia de Dios y Sus bendiciones.